BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

domingo, 2 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 5.


Cuando regreso al salón, mi madre es la única que está allí, supongo que mi padre habrá subido a descansar. Me siento al lado de ella, sin esperar lo que estaba a punto de suceder.

-Después de hablar con Annie, he pensado que lo mejor será que nos vayamos durante esta semana. Sé que te parecerá algo prematuro, pero lo mejor será estar bien alejados para cuando las tropas rebeldes lleguen al 12. Haymich se quedará aquí, informándonos sobre la guerra a través de un transmisor.

-Yo...No puedo irme, mamá.

-Less, aunque te quedaras, no podrías evitar que los rebedes se hagan con el poder.

-No es por eso. -Me esfuerzo en hablar más alto, ya que hablo prácticamente susurrando, pero no puedo evitarlo, ya que estoy dispuesta a contar a mi madre la verdad. -Es por Finnick... Le quiero.- Mi madre me mira fijamente, como si no me siguiera, o como si más bien no quisiese hacerlo.- Digamos que salimos juntos desde el tren.

-¿Estás segura, Less?- Asiento.- Bueno, sé que querer demasiado a una persona en una situación como esta, puede ser difícil, y más si está lejos. Pero no puedes quedarte. Lo siento mucho, en serio. Y si él te quiere de verdad, querría que estuvieras a salvo.

-No, si es lo que me ha dicho. Que me vaya al bosque. Pero... No sé, no me sentiría bien huyendo de todo mientras él lucha en una guerra.

-Less, Finnick estará bien. Te prometo que todo saldrá bien.

-¿Y tú como la sabes?- Noto como las lágrimas se acumulan en mis ojos al decir estas palabras, y que estallan al ver que mi madre no responde. Ella me abraza fuertemente y yo me derrumbo, no sé muy bien si por no poder quedarme, por no poder ver a Finnick, o por todo lo acumulado durante estos días, sospecho lo tercero. Mi madre, por su parte, me besa la cabeza, me acaricia la espalda o simplemente me dice algunas palabras de consuelo, pero ya ni eso ayuda. Yo sigo llorando sin parar, dejandolé a mi madre el hombro empapado de lágrimas.

-¿Por qué está pasando todo esto, mamá? ¿Acaso no luchaste para evitar esto?

-No lo sé, Less. No lo entiendo. Todo esto es imposible.- Por el tono de voz de mi madre, adivino que también llora. Entonces, veo a mi padre bajar por las escalera, me calmo poco a poco, y suelto a mi madre.

-¿Qué pasa?- Mi padre no se sienta en el sillón, en vez de eso se arrodilla delante nuestra, mirándonos a las dos con ojos preocupados. Me froto los ojos con las manos, secándome las lágrimas.

-Less, ¿por qué no te duermes un rato? Creo que lo que más necesitas ahora mismo es descansar.- Asiento. Entiendo perfectamente que mis padres quieran quedarse un rato a solas hasta que venga River, además, creo que dormir me vendrá bien.

Me levanto del sillón y subo las escaleras que llevan al piso superior, donde están las habitaciones, pero antes de llegar a mi habitación, me parece oir a mis padres hablar de Finnick. No puedo evitar tumbarme en el suelo y pegar la oreja a la barandilla de la escalera para escuchar.

-...parece buen chico, Katniss. No te preocupes.

-Lo sé. Pero Leslie es muy pequeña aún.

-Oh, vamos, Katniss. Sabías que este momento tendría que llegar algún día.

-Sí. Pero no me esperaba que llegara tan pronto. Peeta, no tiene ni quince años.

-¿Y acaso eso importa? A mi me parece bien, mientras se quieran.

-La verdad es que Less parece quererle, ya has visto como se a puesto cuando se ha enterado de que Finnick se va a la guerra.

-Lo sé. ¿Por eso no quiere venir al bosque?

-Eso me ha dicho. Dice que no la parecería bien huir mientras él se queda luchando en el 4.

-Bueno pero ella no puede hacerle cambiar de opinión si lo que verdaderamente quiere es luchar.- Por un segundo ambos se callan, empiezo a pesar que tal vez me han visto, pero entonces mi madre vuelve a abrir la boca.

-¿Que vamos a hacer, Peeta? No quiero que Leslie sufra pero tampoco estoy dispuesta a quedarme a luchar si los niños no están a salvo. Tal vez lo mejor sea que te los lleves al bosque. Less tiene razón, fui el Sinsajo y la gente me hará caso.

-¿Estás loca? De ninguna manera, Katniss. Los rebeldes vienen a por ti, no pienso dejarte aquí sola. Somos una familia, ¿recuerdas? O todos o ninguno.

-No pienso dejar que River y Less se queden aquí durante la guerra, Peeta, pero con lo de Finnick...

-Mira, siento mucho decir esto, pero somos una familia y Leslie tendrá que venir con nosotros. Tanto si la gusta como si no.- Entonces me doy cuenta de que mi padre tiene razón, quiero a Finnick, y quiero que esté a salvo. Pero quedarme en el 12 solo serviría para arrastrar a mi familia conmigo, y eso no puedo hacerlo.

-Quiero salir cuanto antes. No quiero arriesgarme a que los rebeldes avancen más rápido de lo que esperamos.

-¿Qué tal pasado mañana?

-Bien.- Mi padres se dan un largo beso, después, se cogen de la mano y se levantan del sillón, caminando hacia la escalera. Ya está. Pasado mañana dejaré atrás mi distrito para adentrarme en el bosque. Tendré que estar descansada así que subo a mi habitación, me meto en la cama y me quedo dormida en menos de un minuto.

Sueño con una enorme pradera, mucho más grande que la del 12. Toda ella está cubierta de hierba y de dientes de león. Camino por la pradera, descalza, maravillándome por la belleza del paisaje, hasta que lo veo a él, a Finnick, delante mía. Lo llamo gritando, pero al parecer no me oye, repito su nombre varias veces, pero al ver que es inútil, salgo corriendo hacia él. Entonces me ve, sonríe y también se acerca corriendo a mí, gritando mi nombre. Pero justo cuando nuestros cuerpos están a escasos centímetros, un temblor hace que los dos caigamos al suelo, y para cuando me levanto, el hermoso prado no está allí. En su lugar, el suelo es de piedra y está cubierto de ceniza, sangre y cadáveres. Finnick está a poco más de cinco metros, vestido de soldado y empuñando un arma de fuego. Y de pronto, antes si quiera de poder llamarlo, unas cinco balas le agujerean el cuerpo, salpicando su sangre por el suelo y haciendo que caiga sobre sus rodillas, para luego quedar tumbado boca arriba, muerto.

Creo que es la primera vez en mi vida que grito durante un sueño. Siempre me he dedicado a tolerar las pesadillas hasta que acaban y a despertarme muerta de miedo, pero al parecer, esta vez he debido de pegar un grito porque mis padres están aquí.

-Solo ha sido un sueño, Less. Vuleve a dormir.- Mi madre me aparta el pelo de la cara y me arropa con el edredón, como cuando era pequeña. Yo asiento, aunque sé que no podré dormirme de nuevo, porque sé que si me niego se quedarán conmigo, y ellos necesitan descansar incluso más que yo.

Cuando se van, me quedo mirando al techo, esperando que tal vez, sea capaz de dormirme de nuevo, pero la imagen de Finnick siendo derribado en la guerra me atormenta incluso despierta. Asumo que no podré volver a dormirme, y como debe de ser por la tarde, decido darme una ducha e ir a buscar a River, es imposible que esté dormido a estas horas. El dolor de cabeza a mejorado muchísimo, al igual que el ardor de mis esxtrmidades, así que bajo hasta el salón, donde me calzo mis botas de siempre y me dirijo a casa de Haymich. Tras tocar el timbre de su puerta, River aparece de golpe.

-¡Less! ¿Por qué no te unes a nosotros? Haymich ha encontrado un viejo juego muy divertido.- En realidad para eso he venido, para distraerme un poco, así que paso a la casa de mi vecino, cerrando la puerta tras de mí.

-¿De qué va ese juego, Haymich?- digo sentándome en el sofá, señalando un tablero de madera redondo que hay sobre la mesa.

-Verás, cuando yo era niño, siendo incluso más pequeño que River, mi padre inventó este juego, era muy bueno trabajando con la madera.- Noto un toque de añoranza en la voz de Haymich, cosa que es normal, así que, no pregunto nada más.- Consiste en ir avanzando por las casillas hasta llegar a la meta. El truco está en que cada casilla tiene una función distinta: Algunas te hacen rotroceder, otras avanzar, otras te proponen un reto...

-Yo he tenido que beber boca bajo en la casilla 11. Haymich es muy malo inventando retos.- Añade mi hermano, sentándose en el suelo y poniendo de nuevo todas las fichas en la primera casilla.

Al final el juego resulta ser francamente divertido. Haymich, River y yo no pasamos toda la tarde riendo y proponiendo reto para el desafortunado que caiga en las casillas 7, 11, 23 y 34. El tiempo se nos pasa volando y al final, mis padres tienen que venir a buscarnos a la hora de cenar, y lo más importante, consigo distraerme.

Durante la cena, todo sigue bien, aunque algo más tenso, pero mi hermano River se esfuerza en mantener una conversación más o menos divertida. Cuando Haymich se levanta de la silla para irse a su casa, veo que mis padres se acercan a hablar con él, así que me preparo para escuchar una novedad sobre la guerra.

-Muchas gracias por todo.- Empieza mi madre. Al parecer no van a hablar de nada interesante.

-No hace falta que me las des, Katniss. Sé que nos estais pasando por un buen momento. Además, todos estamos de acuerdo en que debemos mantener a los críos al margen de esto, y ya que no hemos podido hacerlo con Less... Bueno esperemos que con River sea diferente, ¿no?

-Sí. Lo mejor será que a partir de ahora seamos más discretos. Con los dos.- Añade mi padre. Y ya sé porque ahora tampoco quieren que me entere yo. Todas la novedades en la guerra afectarán, de una manera u otra, a mi relación con Finnick, y como es normal, no quieren darle más vueltas al tema.

-Será lo mejor.- Acaba Haymich, que le da un apretón de manos a mi padre, y una palmadita al hombro de mi madre. Después, le saca la lengua a River, me saluda con la mano y se va.

-Creo que me iré a la cama. Estoy algo cansada.- Me acerco a mis padres para darles un abrazo antes de acostarme.

-Será mejor que descanses, Less. Nos vamos pasado mañana.- Me informa mi padre. Como si no lo supiera.

-Vale.- No digo nada más y subo a mi habitación. Me pongo un pijama y me meto en la cama, tan solo deseando que no se repitan las pesadillas.

Por suerte, no lo hacen. Sueño con Finnick, sí, pero son sueños felices. No recuerdo muy bien de que trataban, pero cuando me despierto, le siento más cerca, como si de verdad hubiera pasado la noche con él. Me quito el pijama, que tiro sin cuidado sobre la cama, y me doy una ducha. Me permito quedarme un rato bajo el chorro de agua caliente e intento poner la mente en blanco. No sé como pero sonsigo relajarme, apartarme de todos los problemas durante unos cuantos minutos, hasta que me doy cuenta de que no puedo estar así todo el día. Me seco con una toalla, me visto, y me seco el pelo. Después, lo peino y lo trenzo sobre mi hombro derecho. Por un momento, pienso en irme de caza, pero mañana mi familia y yo huiremos al bosque, así que decido disfrutar todo lo que pueda de las cosas que no tendré conmigo cuando me vaya. Saco de un cajón algunos materiales de dibujo: Un taco de folios blancos, lápices, gomas de borrar, y pinturas de colores. Me siento frente a la mesa de dibujo que tengo en mi cuarto. Está algo inclinada, hecha de una madera oscura cuyo nombre desconozco, tiene unos pequeños huecos para meter lápices o cosas por el estilo y, mi detalle favorito, en la esquina inferior derecha, tiene grabado con letras doradas ''Leslie Primrose'', claramente, hubiera preferido que pusiera solo ''Less'', pero aún así, me encanta que tenga mi nombre grabado. Recuerdo a la perfección el día que me regalaron esta mesa, era veinticuatro de abril, el día que cumplía once años. Desde pequeña me ha encantado dibujar, siempre lo hacía en el escritorio que tenemos en el estudio, pero cuando mis padres vieron que me lo tomaba bastante en serio, decidieron traerme esta mesa desde el mismísimo Capitolio. Como es lógico, fue bastante cara, pero a mis padres no les importó, ya que tenemos más dinero del que necesitamos, gracias a la panadería de mi padre y al dinero que les concedió el gobierno por tener un papel tan importante en la guerra, sin contar con el que ya tenían acumulado por ser vencedores de los juegos. Me concentro en intentar dibujar algo que no tenga nada que ver con la guerra, con el Capitolio o con Finnick, lo que no es mucho, ya que cualquier pensamiento que pasa por mi cabeza ahora mismo está relacionado con eso, pero al final logro concentrarme en una foto de mi habitación de hace unos seis o siete años. Yo tendría unos siete u ocho años, y en mis brazos sujetaba a un viejo gato, bastante destrozado. Perteneció a mi madre, bueno, a mi tía Prim, más bien, así que cuando acabo la guerra, mis padres se lo quedaron. De pequeña, jugaba bastante con aquel gato carrasposo con el pelaje amarillo embarrado, el hocico aplastado y media oreja mordida llamado ''Buttercup''. El gato murió en el año en el que yo cumplí los nueve años, recuerdo que me puse muy triste, ya que yo nunca he tenido amigos para jugar y Buttercup era una buena compañía, mi madre, por otro lado, se puso triste también, pero no por el gato en sí, sino porque una parte de mi tía se había ido también. Me concentro en dibujar a Buttercup a la perfección, cada detalle, cada imperfección en su pelaje, acordandome solo de recuerdos de la infancia, para nada dolorosos, y consiguiendo apartar mi cabeza de todo lo relacionado con la guerra. Cuando por fin tengo una copia casi exacta de Buttercup dibujada a lápiz en el papel y me dispongo a darle color, alguien llama a la puerta de mi habitación.

-Buenos días. ¿Has madrugado?- Es mi padre, algo depeinado, y aún con los pantalones a cuadros y la camiseta blanca de manga corta que forman su pijama.

-Supongo, la verdad es que no se la hora que es.

-Son las nueve, Less. ¿Desde hace cuanto llevas despierta?

-Pues creo que desde hace hora y media más o menos. ¿Mamá y River siguen dormidos?

-Sí. Intentemos no despertarles, ¿vale? Tu madre hace días que no duerme.- Yo asiento y le invito a que se siente conmigo.- ¿Estás dibujando a Buttercup?

-Sí, pensé que así podría distraerme.

-Pues te ha salido muy bien. Aunque, sin duda, yo lo hubiera hecho mejor.- Opina mi padre, soltándo una carcajada.

-Eso no lo dudes.- Le contesto sarcásticamente, riéndome también. Al final, acabamos el dibujo juntos, y la verdad, nos queda bastante bien, así que decidimos colgarlo con una chicheta en el corcho de la pared de mi habitación, donde tengo clavados los dibujos que más me gustan, además de algunas fotos.

-¿Qué tal si bajamos a desayunar?- Me dice mi padre en voz baja, para no despertar a nadie.

-Vale.- Abro la puerta de mi habitación y bajo silenciosamente hasta la cocina. Mi padre baja por detrás de mí.

-¿Te apetecen cereales?- Me pregunta.

-¿Creales? Papá, este será nuestro último desayuno en condiciones antes de ir al bosque, ¿y tú quieres cereales?- Le pregunto sonriendo y alzando una ceja.

-Tienes razón. ¿Qué sugieres entonces?

-¿Qué tal tortitas? Nos daremos un verdadero festín.

-Buena idea, ve poniendo la mesa, ¿quieres?- Yo asiento y pongo un par de cubiertos en la mesa, saco la nata montada y el sirope del frigorífico, y después ayudo a mi padre con las tortitas. En poco tiempo, un enorme plato rebosante de tortitas descansa sobre la mesa de la cocina. Nos sentamos y nos servimos en uestro respectivos platos. Al rato, unos pasos suenan desde la escalera, y en pocos segundos, como si el olor de las tortitas la hubiera despertado, aparece mi madre, con una vieja camiseta de mi padre de color azul que utiliza como pijama. Va descalza y lleva el pelo suelto en lugar de recogido en su habitual trenza, puede que haya dormido algo, pero las ojeras y bolsas de sus ojos siguen intactas. Aun así, sonríe, me da un fuerte beso en la mejilla y saluda a mi padre con un dulce beso en los labios. Después se sienta y le roba el plato a mi padre justo cuando este iba a bañar sus tortitas en sirope. Él la dedica una mirada traviesa, pero llena de ternura, y se levanta a por otro plato.

-Trae también chocolate caliente.

-¿Qué te pasa esta mañana, Katniss? ¿Acaso las piernas no te funcionan?

-Pues no muy bien, aunque seguro que se arreglan con un masaje, ¿verdad, cariño?- Ambos se ríen, están de un sorprendente buen humor, teniendo en cuenta las circustancias.

-Vaya, mamá, parece que has dormido bien.

-Bueno, las dos horas de sueño no han sido especialmente desagradables. Y tú, Less, ¿has madrugado mucho?

-Un poco. Una vez que me desvelé no pude volver a dormir.- Mi madre se mete un trozo de tortita en la boca mientras llega mi padre con un plato en la mano izquierda y una enorme jarra de humeante chocolate caliente en la otra.

Los tres desayunamos alegremente, comiendo sin parar durante al menos media hora, hasta que aparece River, quejándose porque no le hemos dejado casi ninguna tortita.

-¿Pero por qué no me habeis despertado? ¡Ahora solo quedan cuatro para mí!- Protesta mi hermano perqueño.

-¿Y te parecen pocas?- Añado.- Yo llevo aquí sentada media hora y solo he comido tres.

-No os quejeis, chicos. Con suerte he podido coger dos antes de que vuestra madre enguyera el resto.- Ríe mi padre, y por supuesto, todos le imitamos. -Pero bueno, River, prometo hacer más si te quedas con habre, ¿trato?

-Trato.- Sentencia por fin mi hermano, aunque finalmente fue inútil, ya que no se había acabado la segunda cuando se levantó de la mesa, diciendo estar lleno.

Después de recoger la mesa, decidimos hacer algo todos juntos, así que mi hermano, trae un juego de su habitación. Pero cuando está abriéndolo sobre la mesa del salón, el teléfono del estudio empieza a sonar. Se levanta mi padre, pero no tarda ni un minuto en volver al salón.

-Less, es para ti.- La llamada me sorprende, porque solo hay una persona en el mundo que necesite llamarme por teléfono, y esa persona debe de estar preparándose para la guerra.

-¿Quién te llama a ti, Less?- Al parecer a mi hermano también le pilla por sorpresa, ya que él no sabe nada, así que yo me encojo de hombros. Me dirijo hacia el estudio, deseando que sea Finnick, que me llame para decirme que abandona la guerra y que se vendrá al 12.

-¿Sí?

-Hola, Less.- Noto como mi expresión cambia al oir la voz de Finnick al otro lado del auricular.- ¿Alguna novedad por ahí?

-Nos vamos mañana. ¿Tú qué tal estás?

-Bueno, las tropas rebeldes cada vez son más fuertes y numerosas. Pero no te preocupes, nos las apañaremos.

-¿Ya han llegado al 4?

-No. Pero están cerca, ya han tomado el 3 así que supongo que llegarán antes de lo previsto. Ya están empezando a llenar decenas de trenes de camino al 13.

-Y supongo que sería mucho pedir que te subieras a uno de ellos, ¿no?

-Less, no empieces, por favor.

-Está bien.

-El caso es que yo, llamaba para decirte algo importante.- No digo nada, le dejo que siga, así que, tras una pausa, vuelve a hablar.- Less, sabes perfectamente que en la guerra pueden pasar muchas cosas y quiero que sepas que si a mi me pasara algo...

-No.- Le interrumpó.- No digas eso, ¿entendido?

-Pero Less, yo...

-Cállate. En serio, no lo digas.- Una larga pausa. Sé perfectamente lo que Finnick quiere decirme, pero me niego rotundamente, eso no pasará.

-Vale. Pero solo prométeme algo: No hagas ninguna locura, ¿vale?- Asiento, pero me doy cuenta de que no puede verme.

-Sí.

-Oigas lo que oigas, Less. Veas lo que veas.

-Te lo prometo.

-No soportaría que te ocurriese algo, por favor, ten cuidado.

-Finn, yo no voy a la guerra, ¿recuerdas? Voy al bosque, donde llevo cazando desde los diez años. Así que creeme, no soy yo la que corre peligro.

-Supongo, pero necesito quedarme tranquilo.

-¿Te preocupa quedarte tranquilo? ¿Cómo crees que me siento yo, sabiendo que mañana estarás luchando en la guerra? ¿Crees que estoy tranquila, Finn?

-Ya te he dicho que no te preocupes. Todo saldrá bien.

-Creeme, quiero creerlo. Pero no puedo evitar pensarlo. Es la guerra, Finnick.

-Lo sé. ¿Crees que a mí no me duele tener que quedarme?

-¿Sabes qué? Que no lo sé. Porque si te doliera, tal vez vendrías al bosque conmigo. ¿Acaso tienes idea del daño que me estás haciendo ahora mismo? Llevo días sin dormir bien, tengo pesadillas, y no puedo evitar estar triste todo el día.

-Lo siento, Less. Pero sabes que no puedo hacer nada. Si tu tuvieras la oportunidad de quedarte en el 12 defendiendo a tu distrito, también lo harías.

-No si la persona que quiero está a kilómetros de distancia.- Eso parece haberle llegado, porque se calla.- Creo que debería colgar.

-Adios. No lo olvides, Less, te...- Pero cuelgo el teléfono antes de que termine la frase.

Antes de nada, pienso en todo lo que le he dicho a Finnick. Le he dicho que me está haciendo daño, que le dan igual mis sentimientos, cuando sé que no es así, que ahora estará dandóle vuentas a por qué le he colgado, por qué no me he despedido de él como debía. Poco a poco las lágrimas empiezan resbalar por mis mejillas, no son lágrimas de tristeza, sino de rabia. Rabia por no haberle dicho a Finnick que no se preocupará, que estaré bien. Por no haberle dicho lo muchísimo que le quiero, que le necesito a mi lado, y eso, teniendo en cuenta que puede que sea la última vez que oiga su voz, es practicamente un delito.

2 comentarios:

  1. me encanta tu historia jajaja cuando la leo tengo la misma sensacion que cuando lei los libros por prmera vez jajaj ;)

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  2. Muchísimas gracias, me encanta que os guste lo que escribo, para mí es super importante :D

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