BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

jueves, 15 de agosto de 2013

CAPÍTULO 14.
 
Pasan las horas y sigo sin poder cerrar los ojos. Al principio, ambos permanecemos despiertos, sin hablar, pero haciéndonos compañía el uno al otro. Ya sea con una breve caricia o simplemente con el sonido de nuestras respiraciones. Solo con eso me basta para saber que está ahí. Pero pasa el tiempo y Finnick se queda dormido. Cuando esto sucede, una parte de mí se alegra de qeu pueda tener unas horas de sueño antes de los que nos espera mañana, pero otra no puede evitar entristecerse al pensar que tendré que pasar la noche completamente sola. Hago un esfuerzo por sormirme, pero mis ojos siguen negándose a cerrarse así que, al cabo de dos horas, me rindo. Miro a Finnick, y analizo su rostro hasta el más mínimo detalle, nunca me he atrevido a mirarle tan de cerca cuando está despierto. Su pelo, revuelto, que cae desordenado sobre su frente. Sus ojos, cerrados pero inquietos al mismo tiempo, como si su sueño no estuviera siendo demasiado tranquilo. Su nariz, perfecta, con la punta débilmente hacia arriba y cubierta por pequeñas pecas de color marrón claro. A pesar de haber pasado los últimos tres meses juntos, nunca me había dado cuenta de que las tenía, y ahora que lo sé, no puedo evitar que me encanten. Por último, sus labios, carnosos y de un color rosa que casi hace parecer que los lleva pintados. Es ahora, cuando está dormido y su rostro refleja una inmensa paz, cuando mejor se aprecia lo guapo que es.

Calculo que falta alrededor de una hora para tener que ponerme en manos de los estilistas cuando algo del compartimento yo sola y paseo sin rumbo por los fríos y solitarios pasillos del Distrito 13. Cuando vuelvo a pasar por mi compartimento después de casi media hora, veo que mi madre está sentada en el suelo, cabizbaja, con la espalda apoyada en la puerta.

-Hola. -Saludo. Ella levanta la cabeza y me mira, preocupada.

-¿No crees que deberías estar durmiendo?

-¿Y tú? -Aparta la mirada de mis ojos y me hace un hueco a su lado.

-¿Qué tal tu noche?

-Larga. No he conseguido pegar ojo. ¿Y la tuya?

-Más de lo mismo. -No decimos nada durante unos minutos, ambas nos quedamos quietas, mirando al suelo.

-¿Cuándo llegaremos al 6?

-Sobre mediodía.

-¿Y qué haremos una vez allí?

-Supongo que montaremos un campamento. -Por su tono de voz deduzco que no quiere hablar de esto. Está aquí por algo.

-Mamá, ¿ha ocurrido algo?

-No, Less. -Hace una pausa y se seca una lágrima que cae por su mejilla.- No ha pasado nada.

-Has discutido con papá, ¿verdad? -Me lanza una breve mirada y vuelve a posar sus ojos en el suelo.

-Sí. Pero no importa, todo está bien. -Sé que me está mintiendo. No está bien. Me inclino hacia ella y la abrazo. Apoya su prente en mi hombro y noto como se derrumba, como he hecho yo más de una vez, solo que ahora los papeles han cambiado y soy yo la que la consuela. Nunca había visto a mi madre llorar así. Ni si quiera cuando recordaba a su hermana o a su padre. O cuado se despertaba gritando después de una pesadilla. Nunca.

 

No vamos a desayunar al comedor, como de costumbre. En su lugar, Fulvia ha traído a la sala de mando un ligero desayuno compuesto for una ración caliente de gachas, algo más abundante que la que nos sirven cada día. Nos la tragamos en silencio, sin cruzar miradas entre todos los presentes. Soy de las primeras en acabar, por lo que me sacan de la sala para llevarme con los estilistas, quienes me pondrán mi traje. El traje de Sinsajo.

-Ya es la hora, Leslie. Por fin llegó tu momento de brillar. -Dice Flavius mientras me aplica el suave y habitual maquillaje.

-No creo que esto se trate de brillar.

-No digas tonterías, tienes que llamar la atención, la gente tiene que reconocerte para seguirte.

-Sinceramente, no creo que la gente me siga. Yo no soy nadie, no he hecho nada.

-Entonces, ¿por qué aceptaste el puesto, Less? -Se une Octavia.

-Aun no lo sé. Supongo que porque me tragué todas esas mentiras. O puede que fuera porque era la única forma de que me dejaran luchar. No tengo ni idea.

-Si no te importa que te lo pregunte, querida, ¿por qué quieres luchar?

-Porque no me gusta lo que están haciendo. No quiero acabar saliendo elegida en una cosecha y tener que enfrentarme a chicos que no han hecho nada malo. No quiero ver a mi familia sufrir ni quiero ver como destruyen mi distrito. Lucho por lo que me parece justo, porque creo que es lo correcto. -Durante unos segundos lo único que se oye es el cepillo deslizándose por mi pelo en manos de Octavia. Hasta que, sorprendentemente, es Venia la que habla.

-Di eso en público y ten por seguro que la gente te seguirá. -La próxima media hora pasa deprisa. Terminan de meterme en mi traje de Sinsajo y me despido de mis estilistas. Cuando ellos se van, es mi madre la que entra en el compartimento y noto como en su cara se forma una expresión extraña. Entonces lo recuerdo: es la primera vez que me ve con su traje puesto.

-¿Qué te parece? -La digo mirándola a los ojos a través del espejo. Ella se coloca detrás de mí, agarrándome por los brazos y mirando por encima de mi hombro.

-No puedo decir que me guste.

-Pues serás la única.

-No lo niego, el problema es que la gente no lo ve igual que yo.

-No estoy segura de entenderte.

-Less, te están utilizando y no te das cuenta. Te ven como un arma, como un objeto que utilizar contra el enemigo para ganar la guerra. Por eso les encanta. -Hace una pausa.- Pero a mí no puede gustarme ver a mí pequeña vestida para ir a la guerra, ¿lo entiendes?

-Mamá, tu pequeña se ha visto obligada a crecer.

-No me importa lo que crezcas, siempre lo serás. Siempre serás mi pequeña. -Tengo que esforzarme para reprimir las lágrimas, no me imaginaba que mi madre lo estuviera pasando tan mal. Me doy la vuelta y la abrazo con todas mis fuerzas, ella hace lo mismo y me besa la cabeza.

-Te quiero, mamá. -Susurro.

-Yo también te quiero, Less.

Mi madre y yo pasamos unos cuantos minutos a solas en el compartimento, aunque apenas hablamos. Después, doy una vuelta por la primera planta e incluso me da tiempo a pasarme por el compartimento de Haymitch un par de minutos, lo suficiente como para despedirme de River, que sigue dormido. Para cuando el escuadrón 682 al completo llega a mando ya son las seis de la mañana, la hora acordada.

Nos llevan a la armería, donde reparten dos armas cortas y un fusil a cada uno y un par de cajas de munición. A mi madre, a Gale y a mí nos dan arcos y flechas a demás de nuestras armas de fuego, lo que me alivia. No soy mala con las pistolas, pero llevo cazando tanto tiempo que mi cuerpo no se siente seguro si no es con un arco para protegerse. Cuando subimos al aerodeslizador, me encuentro con alguien a quien no esperaba ver.

-¿Papá?

-Less...

-¿Es por eso por lo que habéis discutido mamá y tú? ¿Porque vienes al 6?

-¿En serio pensabais que os dejaría solas?

-Pensábamos que eras lo suficientemente sensato como para darte cuenta de que es una locura. -Estoy enfadada, así que mi tono de voz se ha alzado tanto que ahora estoy gritando.- ¿Y si nos pasa algo? ¿Qué pasará con River?

-No os pasará nada, para eso estoy yo aquí.

-Nunca pensé que serías capaz de esto, papá. ¿Cómo se te ocurrió luchar? Si te pasara algo, mamá se moriría.

-Espera, Less, ¿quién ha dicho que vaya a luchar? Soy lo suficientemente realista como para saber que soy hombre muerto ahí abajo. No sé luchar y, para colmo, tengo la pierna... -Miro su pierna ortopédica. La suya la perdió en sus primeros juegos, cuando acabaron, el Capitolio le colocó esta, aunque funciona perfectamente y le permite toda movilidad, mi padre sigue cojeando de vez en cuando.

-¿Entonces?

-Me quedo en el aerodeslizador, con Haymitch. Os dirigiremos desde arriba. -Al principio, siento un gran alivio, aunque luego me doy cuenta de que no está bien. Los rebeldes no dudarán en cargarse cualquier aerodeslizador que se ponga en su camino, y menos aún, si es mi padre el que viaja en él. De todos modos, no tendrá que luchar en tierra, como yo y mi madre, lo que no deja de ser una buena noticia.

-¿Quién se queda con River?

-Tu abuela, pero yo me pondré en contacto con ellos cada día. Tranquila, está en buenas manos. -Nos quedamos en silencio unos segundos.- Less, prométeme que hay abajo cuidaréis la una de la otra, no podría soportarlo si...

-No te preocupes por nosotras, estaremos bien. -Me pongo de puntillas y le rodeo el cuello con los brazos.- Además, en cuanto los rebeldes vean a mamá, seguro que salen corriendo. -Noto como sonríe brevemente. Cuando me separo de él, veo que tiene los ojos húmedos, pero no llorará, sabe que si lo hace yo lloraré también, así que reprime las lágrimas.

-Te quiero, cielo. -Dice finalmente, y me da un beso en la frente, justo como cuando era pequeña.

-Y yo a ti papá. Y dile a River que tamién le...

-Se lo dirás tú cuando vuelvas, ¿vale?

-Vale. -Le prometo.

Me dirijo hacia los asientos donde ya están sentado algunos de mis compañeros. El viajes es largo, por lo que supongo que nos dejarán movernos por el aerodeslizador, aunque durante los despegues y aterrizajes tenemos que estar todos sentados. Justo cuando voy a sentarme, Finnick me coge del brazo. A pesar de haber desayunado juntos en mando, no hemos hablado en todo el día.

-Tenemos que hablar. A solas. -Añade mientras me empuja suavemente hasta una esquina.

-Finnick, ¿pasa algo? Vamos a despegar ya.

-No, es solo que... Bueno, tenía que volver pedirte perdón por lo de anoche. De verdad, no sé en qué estaba pensando. -Sonrío, aunque casi sin quererlo. Le cojo las manos y le miro a los ojos.

-Pensabas en lo mismo que yo: que ambos podríamos morir hoy. En serio, no tienes que disculparte.

-No. Lo que yo pensaba era algo mucho más egoísta. -Se acerca más hacia mí y agacha la cabeza, de manera que, si no fuera por lo bajita que soy a su lado, nuestras frentes se tocarían.- Solo quería que fueras mía.

-Ya soy tuya. -Me pongo de puntillas y le beso en los labios. En un beso tierno y suave, pero que hace que se me ericen los pelos de la nuca. - Lo soy desde hace mucho tiempo.

 

Llegamos al 6 bien entrado el mediodía, aunque andamos por el bosque durante media hora hasta que Gale escoge un sitio para acampar.

-Este es un buen sitio. Si andamos junto a la verja que rodea el distrito, no estaremos a más de diez minutos a pie del Edificio de Justicia. -Explica dejando su mochila en el suelo.- Katniss, acompáñame, será mejor que traigamos la comida, no podemos depender de las escasas latas que tenemos. Harries, estás al mando del grupo, encárgate de que el campamento esté listo cuando vuelva.

-¿Puedo ir yo también? -Pregunto antes de que se alejen. Gale mira a mi madre, como si fuera ella la que tiene la última palabra.

-Nos será de gran ayuda, es buena.

-Eso no lo dudaba Katniss, es tu hija, al fin y al cabo. Que venga. -Su voz suena algo borde, aunque hace un esfuerzo para sonreir a mi madre.

No sé muy bien porqué, pero no me gusta nada Gale, puede que sea el hecho de que diseñara la bomba que acabó con la vida de mi tía y se mudara al 2 después de la guerra, dejando sola a mi madre. Sé que fue el mejor amigo de mi madre y que gracias a él se salvaron muchas personas durante el bombardeo del Distrito 12 hace quince años, pero sigue habiendo algo que me impide fiarme de él. Y algo me dice que mi madre tampoco está muy entusiasmada con la idea de tenerle como jefe de escuadrón, por mucho que ese tema haya quedado ya resuelto. A pesar de todo esto, Gale parece realmente interesado en volver a tener una buena relación con mi madre por lo que no para de preguntarle a cerca de la caza. Ella, le responde con monosílabos o frases cortas, nunca ha sido especialmente habladora pero está claro que no se siente demasiado cómoda hablando con él.

-Vaya, Catnip, sí que has cambiado.

-''Por supuesto que ha cambiado, han pasado quince años desde que la abandonaste.'' -
Pienso.

-Ahora soy madre, eso cambia a cualquiera. -Ella le contesta sin mirarle a los ojos, concentrada en el suave lecho de agujas de pino que cubre el suelo.- Si queremos cazar algo tendremos que guardar silencio, Gale.

-Cierto, hace casi un año que no salgo de caza. Lo siento. -Gale saca una flecha de su carcaj y carga su arco. Tanto mi madre como yo, lo cargamos al comenzar la caminata.

Acelero hasta colocarme a una distancia de unos diez metros por delante de ellos. No me siento muy cómoda en un ambiente tan tenso. Tenso un poco la cuerda de mi arco y me olvido de todo lo que me rodea para centrarme en un pequeño conejo que asoma por detrás de unos arbustos a solo un par de metros. Lo derribo con facilidad y me agacho para cogerlo. Los gazapos son realmente bonitos, este no tendría más de dos meses de vida y casi me cabe en la mano, durante un segundo siento una punzada de lástima, pero se me pasa enseguida. La comida es comida.

Vuelvo la cabeza para mirar a mi madre y a Gale, ambos parecen concentrados en localizar una presa, aunque, a juzgar por sus cinturones, sin éxito. Sonrío. Me siento realmente orgullosa de mí misma cuando supero a mi madre en la caza (cosa que no sucede muy a menudo) porque ella tiene toda una vida de experiencia y me ha enseñado todo lo que sé. Regreso de nuevo a mi tarea justo cuando rompo una ramita al andar. No suelo hacer ruido, auque esta vez no me ha venido del todo mal, ya que una perdiz vuela asustada fuera de su escondite. Saco provecho de la situación y la atravieso de un disparo en el ojo.

-Eso no ha estado nada mal, chica. Suponía que serías buena, pero no imaginé que tanto. -A pesar de estar halagándome, la voz de Gale no suena para nada simpático. Me ruborizo un poco. Es cierto, ha sido bastante espectacular. Mi flecha habrá recorrido algo más de veinte metros y no ha dañado la carne del animal aunque tengo que admitir que ha sido un golpe de suerte.

-Gracias. -Digo no muy amablemente.- Y esta chica tiene nombre.

-Less. -Tardo un segundo en darme cuenta de que mi madre no me está presentando sino regañando. Por su mirada, deduzco que quiere que sea más amable. Una parte de mí desea dejarla con las ganas, pero sé que ella agradecerá que me muestre algo más simpática con Gale.

-Ha sido suerte, supongo. -Digo al fin. Fuerzo una sonrisa. Él me devuelve una igualmente forzada.

-¿Cuánto tiempo llevas cazando?

-A los nueve maté mi primera presa. -Recuerdo perfectamente aquel día, llevaba casi un año tonteando con pequeños arcos que había fabricado mi madre cuando me topé con aquel conejo. En realidad, no puedo decir que lo matara, ya que el animal era muy viejo y estaba herido así que practicamente tropezó con mi flecha. Gale suelta un silbido de admiración. Esta vez parece realmente sorprendido, pero sigo notando un ligero toque de falsedad en su cara.- Aunque fue con ocho cuando cogí un arco por primera vez.

 

Volvemos al campamento casi dos horas depués de nuestra partida, bien cargados con carne que podría durarnos tres días. Cuando llegamos, nos encontramos con dos tiendas perfectamente montadas alrededor de un círculo de piedras y troncos y una hoguera sin encender.

-Por fin llegáis, nos moríamos de hambre. -Jeff se acerca a mí y me desata una ardilla del cinturón.- Mmmm... esta me la reservo.

-De eso nada, Avner. Lo siento mucho pero aquí racionamos la comida. Y sin reservas. -La voz de Gale se endurece al pronunciar las dos últimas palabras. Ahora luce su expresión de jefe de escuadrón, seria y con superioridad, pero no puedo evitar soltar una carajada al ver la cara de Jeff, que parece decir ''¿Qué narices estás diciendo? Yo quiero mi ardilla.''

 

Después de unos aburridos cuarenta minutos de racionamiento de comida en los que no atiendo, nos comemos una pata de conejo y un puñado de bayas cada uno. Me parece una ración algo escasa, entre los tres hemos cazado bastante y además tenemos un par de latas de conserva para cada uno así que podríamos permitirnos comer algo más, pero no me quejo. No pasan ni cinco minutos antes de que Gale empiece a mandarnos tareas inútiles como comprobar las municiones o limpiar las armas, algo que me molesta mucho ya que no hace ni cinco horas desde que hemos aterrizado, ¿como espera que se hayan manchado las armas cuando nadie las ha utilizado? Finalmente me doy cuenta de que solo quiere mantenernos ocupados mientras se mete a una de las tiendas con Harries, Thompson y mi madre.

-¿Pero de qué va este tío? -Pregunta indignada Angelina, como si me hubiera leído el pensamiento.- ¿Nos hace revisar una munición que ni siquiera hemos sacado de las mochilas para poder echarse una siesta con sus perritos falderos? -Todos se ríen.

-Mi madre ha ido con ellos, ella no es su perrito faldero y dudo que se estén echando una siesta. -Sé que Angelina no la incluía en ese grupo, pero me siento obligada a defenderla.

-Probablemente tengas razón, pero estoy seguro de que es lo que a él le gustaría, dormir con tu madre. -Contesta Jeff. Todos vuelven a reirse, menos yo. Eso no me ha gustado nada y tengo que aguantarme para no abofetearle. Él parece notarlo.- No te enfurruñes, Mellark, es solo una broma. Y, Angelina, no tengo ni idea de qué bicho le ha picado pero si piensa que he venido aquí para limpiar armas la lleva clara. No pienso hacer una mierda. -Se tumba en el suelo, apoyando la cabeza en una roca, y juguetea con un cargador. Los demás no tardamos en seguirle.

Es normal que estén enfadados. Jeff perdió a sus padres en la guerra, él y su hermana pequeña tuvieron suerte de escapar a tiempo y llegar al 13 en uno de los trenes de evacuación, Finnick se quedó huérfano sin siquiera conocer a su padre y tuvo que ver como bombardeaban un hospital lleno de heridos en el 4, Angelina quiere vengar la muerte de su padre, que luchó en la guerra de hace quince años y Kyle perdió a su tía y a sus tres primos pequeños en uno de los primeros ataques rebeldes, por eso su tío vive con el y su familia. Sé perfectamente que soy la que menos motivos tiene para rebelarse y, sin embargo, me han convertido en ''el nuevo Sinsajo''. La verdad es que sigo sin entenderlo.

Al cabo de media hora se abre la tienda y salen mi madre, Gale y los armarios. He decidido apodarlos así debido a que son los típicos soldados de dos metros tan musculosos que parecen inflados con helio.

-Bien, hemos estado discutiendo el papel que tendrá cada uno durante el transcurso de la misión. -Empieza Gale, con su tono autoritario e ignorando que no le hemos obedecido.

-No esperarás que nos quedemos aquí haciendo el imbécil, ¿verdad, Gale? -Pregunta Jeff, molesto.

-No, Jeff. -A juzgar por el enfásis que ha puesto en el nombre de Jeff, no le ha sentado muy bien que le tutee.- Angelina y Kyle vigilarán el Edificio de Justicia. Es muy importante que prestéis atención a los cambios de guardias y a otras cosas que puedan resultarnos útiles y quiero toda la información después de cenar. Katniss, tú y tu hija empezaréis a partir de mañana, cuando llegue el equipo de grabación, ellos os dirán qué hacer. Finnick y Jeff, con vosotros tengo ciertas dudas. Me han informado de que sois los mejores de vuestro curso aunque no estoy seguro de si estáis preparados o no para ayudar a las fuerzas del Distrito 6 a resistir los ataques rebeldes con Harries, Thompson y conmigo. Lo dejo a vuestra elección: podéis luchar, vigilar, o quedaros ''haciendo el imbécil'' en el campamento.

 

Después de tres días pronunciando frases inspiradoras frente a una cámara y disparando a enemigos invisibles entre las ruinas de la Aldea de los Vencedores del Distrito 6, empiezo a cansarme de esto de ser el Sinsajo. Quiero ir con Finn y Jeff a ayudar a la gente del 6 con los rebeldes, o incluso vigilando con Angelina y Kyle me sentiría más útil que haciendo lo que hago. Sé que mi madre también está falta de acción, pero lo hace para mantenerme todo lo alejada posible de la batalla, así que me esfuerzo en conformarme.

Esa misma noche, después de la cena, Gale anuncia que, gracias al trabajo de Angelina y Kyle, tenemos suficiente información para la misión y que se llevará a cabo mañana al salir el sol. Después, Angelina explica que hay una rejilla de ventilación en la parte de atrás del edificio que, aunque algo pequeña, sirve para que alguien delgado pueda colarse y abrir desde dentro la puerta trasera, todo esto durante los tres minutos y veinte segundos que tardan en hacer el cambio de guardia. Después, solo tendrían que subir al piso de arriba, dode se encuetra el prisionero y volver a bajar antes de que lleguen refuerzos. Vaya, es evidente que Kyle y Angelina han hecho un buen trabajo de vigilancia.

-De acuerdo, ahora que todo está explicado, voy a nombrar a las personas que me acompañarán. Jeff, me has sorprendido, te felicito. Angelina, has hecho un buen trabajo y ya que la idea de los conductos de ventilación ha sido tuya, serás tú quien la lleve a cabo. Si quieres, claro. -No puedo evitar decepcionarme, tenía la esperanza de que esa fuera mi misión.- Por último, Finnick, tú también me has sorprendido. Harries, Thompson, en caso de que algo salga mal y no estemos de vuelta en una hora quiero que os encargués de poner a salvo al resto, no os preocupéis por nosotros ¿entendido? -Todos asienten y se meten en su tienda correspondiente, salvo Kyle, que le toca hacer la guardia.

Mi madre, Angelina, Finnick y yo compartimos una de las tiendas así que, tras darle un abrazo a Angelina y desearle buena suerte, nos acostamos en nuestros sacos de dormir. No hablo con Finnick, ni siquiera le miro, ya lo pase lo suficientemente mal mientras luchaba en el 4 y no quiero que vaya mañana.

Intento dormir, pero no soy capaz de cerrar los ojos, es ahora cuando me doy cuenta de donde estoy en realidad. Hasta ahora, no he hecho nada peligroso, por lo que había olvidado que estamos en guerra, que la gente muere. Por supuesto, me preocupaba que Finnick no regresara a la hora de comer, cuando Gale, Jeff y los armarios volvieran de luchar, pero no tenía que meterse de lleno en la casa del enemigo, esto es diferente, siento algo mucho más grande que preocupación. Miedo.

Calculo que han pasado solo diez minutos cuando un brazo muy familiar me abraza por la cintura.

-Less, no quiero verte así. No puedo. -Siento el aliento de Finnick en mi cabeza. Suspiro y me giro para poder mirarle a los ojos. Nuestras narices se tocan.

-Pues no vayas. Renuncia y cede tu maldito puesto a Harries o a Thompson. Quédate conmigo. -Cierro los ojos y apoyo mi frente en la suya.- Por favor.

-Déjame dormir contigo. -Siento un pinchazo en el pecho al oirlo, mi madre está a menos de un metro y algo en su respiración me indica que sigue despierte, alerta. Pero quiero que lo haga, quiero abrazarle y no soltarle nunca, pero no lo hago.

-No. No si no me prometes que no irás. -Me siento muy mal negándome a dormir con él sabiendo que puede ser la última noche que durmamos juntos, pero tengo que hacerlo.

-Less, te lo suplico. -Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Fuera hay un fuego encendido que me permite ver parte de sus facciones. Es guapísimo. El brillo de sus ojos, sus pecas, su voz, incluso su manera de respirar hace que me estremezca. Y no puedo resistirme a eso.

-Yo te suplico que no vayas. -La luz de las llamas no es suficiente para verle los ojos con claridad, pero por el brillos sé que está mirando fijamente los míos. Estamos tan cerca que noto como frunce los labios.

-Está bien. No lo haré.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

 

La luz del sol me despierta la mañana siguiente y no tardo ni un segundo en darme cuenta de algo. Finnick no está aquí. Salgo corriendo de la tienda, en la que tampoco se encuentra mi madre. Al salir, me la encuentro sentada en un tronco, comiendo unas bayas con Kyle, Harries y Thompson.

-¿Dónde está Finnick?

-Less, sabes que tenía que irse a cumplir la misión.

-No. Me prometió que no iría, que renunciaría y se quedaría conmigo.

-Lo siento. -Mi madre se levanta y se acerca a consolarme, pero la aparto y me meto de nuevo en la tienda, regresando de nuevo a mi saco de dormir. Me ha mentido. Finnick, la única persona en el mundo en la que confiaba plenamente, me ha mentido.

 

Por suerte, no pasan más de cuarenta largos e insufribles minutosantes de que vea a Finnick correr nervioso en mi dirección. Yo también corro y me lanzo a sus brazos, aliviada, pero no me abraza, sino que pone su brazo detrás de mis rodillas y le sube a su hombro para alejarme del resto del grupo.

-¿Qué narices estás haciendo? Bájame.

-No puedes ver esto. -Empiezo a patalear, a gritar, y a pegarle puñetazos en la espalda. Estoy muy enfadada con él y no me importa hacerle daño. No sé como, pero consigo zafarme de sus fuertes brazos y corro hacia el círculo de personas que hay delante de la tienda.

-¿Qué está pasando? ¿Qué ha pasado? -Me abro paso entre mis compañeros hasta que la veo

Angelina, tumbada en el suelo, con un gran círculo rojo a la altura del estómago. Sus ojos verdes miran sin ver, muerta.
Siento muchísimo haber tardado tanto es subir capítulo. He tenido problemas personales y no me he sentido con fuerzas para escribir, incluso pensé en dejar la historia. Pero finalmente estoy aquí de nuevo y con un nuevo capítulo. Repito, me siento fatal por haber tardado tanto, intentaré que no vuelva a pasar. Por último quiero decir a mis lectores (a los pocos que tengo) que de verdad muchísimas gracias por leer, es muy importante para mí y si pudiera os lo agradecería uno por uno.
A partir de ahora, prometo actualizar, como mínimo, una vez al mes siempre y cuando tenga diez opiniones o más (ya sea por comentarios o a través de Twitter). Ya no os entretengo más, un beso y ojalá que os guste el capítulo ;)