BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

domingo, 17 de marzo de 2013

CAPÍTULO 11.
 

La sala de mando es una sala de unos diez metros cuadrados, muy oscura, y con muchos aparatos llenos de lucecitas. Al fondo hay una gran pantalla que ocupa toda la pared y que, ahora mismo, muestra un mapa de Panem en el que se marca el avance rebelde y la resistencia de nuestras tropas. En el centro hay una mesa grande con doce sillas y con más luces y hologramas que salen de ella. Tomo asiento entre Haymitch y Finnick y le agarro la mano por debajo de la mesa. Él me la estrecha, lo que me provoca un grandísimo alivio.

-Bien, ya estamos todos. -Comienza Plutarch con su acostumbrada exagerada sonrisa.

-¿De qué va esto, Plutarch? -Interrumpe mi madre, bastante impertinente.

-¿Perdón?

-Te estoy preguntando que a qué viene todo esto. Primero decís que Leslie no tendrá que ir a la guerra, y ahora nos reunís a todos para decirnos que quereis sacarla al campo de batalla.

-Bueno, Katniss, sé que puede resultar duro, pero tal y como están las cosas...

-¡Me da igual como estén las cosas ahí fuera! Estamos hablando de una niña de catorce años que no tiene la más mínima experiencia en situaciones como esta. Además es menor de edad y soy yo la que decide si va o no, porque, por si no habíais dado cuenta, es mi hija.

-Lo sabemos pero... Bueno, será mejor que veas tú misma a lo que nos enfrentamos. -Plutarch pulsa un botón que hay delante suya y unas pantallas salen delante de cada silla. Por el rabillo del ojo, soy capaz de ver a mi padre susurrando a mi madre, tranquilizándola.

Cuando las pantallas se encienden aparecen unas imágenes del Distrito 4 antes del último bombardeo. Noto como la mano de Finnick se tensa entre la mía y yo le doy un fuerte apretón. Entonces aparece él, siendo derribado por el hombre calvo al que maté. La periodista que narra los hechos identifica a Finnick diciendo que es hijo de Finnick Odair y su mujer (no muy cuerda) Annie, ambos vencedores del Distrito 4. De repente las cámaras dejan de enfocar al hombre tratando de matar a Finnick y se centran en la pila de escombros en la que yo estaba escondida. Aumentan la imagen y soy capaz de distinguir con precisión como me pongo en pie y disparo una flecha al cráneo del hombre. Después, salgo corriendo en busca de Finnick y nos enfocan llendo al hospital. La imagen cambia totalmente y una periodista aparece, explicando a los expectadores los sucesos que acaban de ver.

''-En efecto, el chico pelirrojo que ha estado a punto de ser asesinado por aquel rebelde es nada menos que Finnick Odair Jr. y la chica que dispara desde un rincón alejado es Leslie Primrose Mellark. Hemos visto claramente como la hija del Sinsajo ha sido capaz de salvar una vida a su corta edad, eso nos hace preguntarnos: ¿Seguirá los pasos de su madre? ¿Estamos ante el nuevo rostro de la rebelión? Les informaremos sobre cosas como esta y más en cuanto nos sea posible.''

La pantalla se queda en negro, durante unos segundos nadie dice nada hasta que Haymitch rompe el silencio.

-¿Ahora entiendes por qué necesitamos a Less, preciosa? -Dice dirigiéndose a mi madre.

-Sigo sin comprenderlo, que estuviera allí no quiere decir que tenga que convertirse en el Sinsajo.

-¡Katniss! -Hamitch se pone en pie y señala el mapa del fondo.- ¿No te das cuenta de todo lo que han avanzado nuestras tropas desde que se emitió la grabación? Leslie les ha dado lo mismo que les diste tu hace quince años: esperanza.

-¿Por qué? Ella no es famosa, no es una asesina, Haymitch. Yo sí.

-Dijiste que no estarías dispuesta a asumir el cargo de nuevo, ¿recuerdas?

-Por supuesto que sí, pero lo asumiré si con eso evito que mi hija vaya a la guerra.

-Lástima que ya no nos sirva. -Interrumpe Plutarch.- Pensamos que la chica puede darnos mejores resultados que tú. Es cierto que Leslie no tiene mucha experiencia pero la paz que conseguiste hace quince años ha sido tan efímera que muchas personas te culpan de lo ocurrido, por eso creemos que tu hija es la mejor baza para ganar esta guerra.

-¿Y si me niego?

-¿No lo entiendes, Katniss? -Vuelve a gritar Haymitch.- Hace quince años fuiste tú el Sinsajo. Less es tu hija y ahora le toca a ella ser el rostro que salve a la nación.

-Pero es que ella...

-No puedes hacer nada, es su destino.

-Creo que debería de ser yo la que decido, al fin y al cabo, es mi vida. -Intervengo.

-Tienes razón. ¿Qué opinas?

-Opino que tengo que pensarlo.

-Less, tanto si aceptas como si no tenemos que empezar a trabajar cuanto antes...

-Tienes hasta mañana después del desayuno. -Le interrupe Plutarch.

Después de eso, todo el mundo se levanta y, aunque la mayoría sale de la sala, mis padres se dirigen a Plutarch, enfadados. Intento rezagarme para poder espiarles y oir lo que dicen, pero Finnick me coge del brazo, me saca de la sala, y me lleva detrás de unas tuberías que hay en el pasillo.

-Finnick...

-Te dije que me quedaría aquí por ti. Abandoné mi venganza, Less, y ahora eres tú la que vas a luchar.

-Aun no he dicho que vaya a luchar.

-Pero lo harás. Less, por favor, quédate.

-No sé lo que voy a hacer, Finnick. De verdad que no lo sé.

-Haré cualquier cosa, lo que quieras, pero no te metas en esto.

-Tú estuviste apunto de hacerlo.

-Como soldado, no como ''Rostro de la Reblión''.

-Yo no soy ningún rostro de rebelión.

-Pero la gente lo cree, Less. -Me sujeta por los hombros mirándome a los ojos seriamente, con su mirada bañada en lágrimas que no quieren ser derramadas.- Mira, si aceptas, los rebeldes irán a por ti, serás su objetivo.

-Mi madre también lo fue y se escapó.

-¿Durante cuánto tiempo? ¿Quince años? Ahora todo ha empeorado. Less, te lo suplico. -Finalmente, una lágrima desciende por su pómulo derecho.- Eternamente, ¿recuerdas?

Me lanzo a sus brazos y le abrazo como si nunca más volviera a verle. Tampoco puedo evitar dejar escapar un par de lágrimas ni él dejar de contener las suyas. Siento como solloza, con la frente apoyada en mi hombro.

-¿No te das cuenta, Less, de que si te pasa algo yo me muero?

-No va a pasarme nada, Finn.

-No, claro que no. No va a pasarte nada porque estaré contigo. -Me separo unos centímetros de él, hago que me mire a los ojos, le seco las lágrimas y le beso.

Besarle me reconforta, y a él parece que también porque le noto más tranquilo. Los dos sabemos que mi decisión está prácticamente tomada, pero también sabemos que nos tendremos el uno al otro para guardarnos las espaldas y, ciertamente, me alivia saber que él vendrá conmigo.

 

Durante la comida a penas hablo con nadie. Vuelvo a sentarme en la esquina del banco e intento ignorar las continuas miradas de mi madre. No ha querido hablar conmigo aun porque River está delante, pero estoy segura de que lo hará en cuanto tenga oportunidad. Cuando me termino mi ración de una especie de puré de pescado muy gelationoso y de muy mal sabor, me levanto y dejo la bandeja y los cubiertos en su sitio. Como esperaba, mi madre me aborda y me aparta de la multitud.

-Less, escúchame. No vayas.

-Mamá...

-No, te están utilizando, como hicieron conmigo. Si aceptas toda la gente a la que quieres sufrirá muchísimo.

-Ya pero... ¿Y si Haymitch tiene razón? Quiero decir, lo que han estado explicando... Tiene sentido, mamá. ¿Y si mi destino es luchar en la guerra?

-Tu único destino es el que te marcas tú misma. -Hago una mueca extraña. No quiero que mi madre lo pase mal, pero sé que mi deber es ir a la guerra. Al parecer, ella entiende lo que quiere decir y asiente con tristeza.- Si vas a luchar, Less, quiero que lo des todo en los estrenamientos, ¿me entiendes? Tienes que esforzarte al máximo para ir lo más preparada posible. Mírame, yo estaré contigo. Hablaré con Haymitch, o con Plutarch, les diré que me pongan en tu mismo pelotón y te guardaré las espaldas, pero en la guerra tienes que saber cuidarte tu misma, por eso quiero que te dejes la piel en los entrenamientos.

-Por supuesto. -Doy a mi madre un fuerte abrazo y me dirijo al pasillo, donde Finnick lleva ya unos minutos esperándome.

Al igual que con las clases, los entrenamientos y las clases de estrategia están repartidos en distintos cursos, de manera que los alumnos estén agrupados por edades. Mi grupo es el primero de todos, el de los alumnos de catorce y quince años, con lo cual, esta vez iré con Finnick.

El aula donde tengo que asistir para la clase de estrategia está solo cinco plantas por debajo del suelo, así que Finnick y yo no tardamos más de cinco minutos en llegar. Por suerte, el Coronel Boothe no es tan antipático como la profesora que tengo en el resto de las clases y, aunque sea un miembro del ejército, no es demasiado estricto. Las lecciones las encuentro bastante interesantes y, tal y como le prometí a mi madre, intento no perder la concentración ni un segundo, tomando apuntes, preguntando dudas y participando en todo lo que puedo. Las dos horas y media de clase pasan rápidamente y cuando el Coronel Boothe anuncia que hemos terminado por hoy tengo la sensación de que solo han pasado unos cuantos minutos.

Para llegar a la Sala de Entrenamiento tenemos que descender unas veinticinco plantas en el ascensor hasta encontrarnos con un pasillo muy corto y estrecho que solo tiene una puerta gris al fondo. La abrimos y tanto él como yo nos quedamos alucinados por lo grande que es la habitación en la que nos encontramos.

La sala tiene una parte cubierta por colchonetas, y otro espacio algo más pequeño que intenta imitar el suelo de un bosque. El resto contiene circuitos de obstáculos, campos de tiro y armas de todo tipo colgadas en una de las paredes. Finnick y yo nos acercamos a la que suponemos que es la instructora. Después de darnos la bienvenida y presentarse como la Teniente Farrow, nos indica que tenemos que cambiarnos en los vestuarios que hay al fondo de la sala, que encontraremos unas bolsas con nuestros nombres.

Finnick y yo entramos en los vestuarios y, tal y como ha dicho la entrenadora, dos bolsas con las etiquetas ''ODAIR'' y ''MELLARK'' descansan sobre los bancos. Me quito mis incómodos zapatos negros y los pantalones grises para dejar paso a unos pantalones similares en color pero muchísimo más cómodos, de mi talla, más anchos, y llenos de bolsillos. Me deshago de mi enorme camiseta gris para cambiarla por una negra de manga corta que, afortunadamente, es de mi talla. Finalmente me calzo unas botas militares de color negras que, aunque algo pesadas, me resultan más cómodas que mi anterior calzado. También nos han dejado una chaqueta de color gris oscuro, pero decido guardarla con el resto de mi ropa ya que aquí abajo no hace nada de frío. Me giro para mirar a Finnick y, como esperaba, el uniforme le queda genial.

-Esta ropa no puede compararse a la anterior, ¿verdad? -Me dice.

-Para nada, espero que nos dejen llevarla normalmente para no tener que volver a ponerme la otra. -Reímos.

-¿Lista?

-Lista. -Y salimos de los vestuarios, dispuestos a esforzarnos al máximo en los entrenamientos.

Cuando nos reunimos con el resto de compañeros, nos acercamos a saludar a Angelina y la instructora nos manda hacer una serie de calentamientos antes de empezar a correr. Corremos durante diez minutos y después nos colocamos en semicírculo alrededor de la entrenadora.

-Muy bien, soldados. Ahora practicaremos con las armas de fuego, ¿alguien aquí ha disparado con una alguna vez? -Finnick y otras seis personas más levantan la mano.- Bien, entonces vosotros cogereis un rifle de asalto y practicareis en el campo de tiro con el Sargento Backus. El resto venid conmigo.

El resto de la clase seguimos a la Teniente Farrow hasta una esquina de la sala donde hay una mesa repleta de armas cortas totalmente desmontadas.

-Ahora os enseñare a montarla. Luego podreis disparar un cartucho y veremos que tal se os da. -Dicho esto monta una pistola y nos deja vía libre para que lo intentemos nosotros.

Al principio me cuesta un poco, ya que también tenemos que limpiar una por una todas las piezas antes de unirlas, pero finalmente consigo terminar de montar mi arma en apenas diez minutos. Soy de las primeras en terminar, así que ayudo a Angelina con la suya y después esperamos a que todos terminen, cuando esto ocurre, la entrenadora nos lleva a un pequeño campo de tiro donde nos va llamando por orden para que disparemos nuestros cartuchos. Cuando llega mi turno, consigo acertar cinco de las siete balas, ya que en los dos primeros disparos, el retroceso del arma hizo que me temblara la mano.

Después de disparar, nos reunimos con el grupo de Finnick en la zona de colchonetas para practicar el combate cuerpo a cuerpo, algo que, sinceramente, temo. No soy una chica demasiado alta ni demasiado fuerte, tampoco estoy muy delgada, pero al menos la mitad de las chicas y todos los chicos son más grandes que yo.

-¿Has hecho esto antes? -Le pregunto a Angelina.

-Oh sí. Practicamos unas tres veces a la semana. -Ella parece reconocer el toque de pánico en mi cara.- Pero no te preocupes, la Teniente Farrow nunca deja que lleguemos a hacernos daño realmete.

-Genial. -Digo irónicamente por lo bajo.

La Teniente Farrow nos pone por parejas acorde a nuestra constitución física. A mi me toca con una chica un pelín más bajita que yo pero de corpulencia similar llamada Alice. Habla muy poco y no parece ser de las personas a las que les gusta hacer amigos, así que ninguna hablamos mientras esperamos a que llegue nuestro turno.

Los chicos están peleando a unos cinco metros de nosotras con el Sargento Backus como instructor, aunque no me fijo demasiado ya que Angelina está ahora peleando con otra chica. Para mi sorpresa, Angelina es realmente buena en el cuerpo a cuerpo. Ella es, sin duda, la más delgada de la clase pero de momento no la ha ganado nadie. Cuando derriba a su tercera oponente, la Teniente Farrow dice que ya está bien y llama a otra pareja de chicas.

-Eres muy buena. -La felicito.

-Gracias, aunque tampoco tanto. Esas chicas con las que he peleado no son precisamente enormes, ¿no crees?

-Puede que no pero aun así has estado genial. -Ella me sonríe y se aparta el pelo de la cara.

Entonces oigo al Sargento Backus llamar a Finnick y a un tal Avner, así que me giro para observarlos. Avner es un tipo alto y musculoso, algo más que Finnick. Su piel es bastante pálida aunque su pelo y sus ojos son de un marrón muy oscuro. Cuando Backus da la señal para que empiecen a pelear, Avner se avalanza sobre Finnick a tal velocidad que pienso que realmente quiere matarlo, aunque Finnick también es rápido y logra esquivarlo sin demaiada dificultad, pero Avner recupera la posición rápidamente y consigue sujetar a Finnick por las axilas. Este intenta escaparse, pegando patadas al aire, pero Avner le levanta y le tira contra el suelo, donde Finnick rueda y pega una patada en la espinilla de su enemigo, haciendo que pierda el equilibrio. Aprovechando este segundo de debilidad, Finnick se levanta, coge a Avner por el cuello y consigue tirarle al suelo, inmovilizándole. El Sargento Backus ordena que paren justo cuando mi instructura nos llama a Alice y a mí.

Una vez estoy en la colchoneta, frente a frente contra Alice, y con más de diez personas mirándome, mi miedo al combate cuerpo a cuerpo crece bastante. Angelina me muestra un pulgar, deseándome buena suerte, Finnick asiente sonriendo y la Teniente Farrow da la señal que da comienzo a el combate.

Alice se avalanza contra mí tan fuerte que me tira al suelo de un golpe. Me siento muy avegonzada ya que ningún combate a durado tan poco, pero la entrenadora no ha mandado separarnos así que me levanto y ahora soy yo la que ataco a Alice. Consigue esquivar mi golpe y me suelta un puñetazo en la cara con tanta fuerza que me pregunto como la Teniente Farrow no ha parado ya el combate. Consigo agarrar a mi enemiga por el cuello y la levanto, ya no me importa hacerla daño o no, pero ella me da un codazo en el estómago, haciendo que la suelte. Aprovecho que está en el suelo para ponerme encima suya, intentando inmovilizarla de la misma manera que hico Finick con Avner, pero Alice me coge por los hombros y rodamos, de manera que ahora es ella la que está encima mía. Forcejeamos durante unos segundos hasta que, finalmente, se las arregla para mantenarme las manos pegadas al suelo, evitando así que pueda hacer ningún otro movimiento. Aun así yo no me rindo así que sacudo mis piernas todo lo que puedo, Alice intenta inmovilizarme, yo la agarro del pelo y ella me araña los brazos. La Teniente Farrow grita que ya es suficiente pero nosotras no paramos de pelear, así que ella y el Sargento Backus tienen que intervenir. Cuando logran separarnos, aun tengo unos mechones de pelo negro entre mis dedos. Me ordenan que vaya a la enfermería, ya que al parecer, estoy sangrando por la nariz y por algunos de los arañazos que me ha hecho Alice. La echo un último vistazo, ella no parece tener heridas ni nada por el estilo, aunque espero que, al menos, haya conseguido que la salgan un par de moratones.

Salgo de la Sala de Entrenamiento y aprieto el botón del ascensor. Cuando llego a las puertas del hospital, me encuentro con mi abuela, vestida con ropas blancas.

-Leslie, cariño, ¿qué te ha pasado? -Me pregunta sosteniéndome la cara y examinando mi nariz.

-Problemas en el entrenamiento, nada importante.

-Mmm... Puede que te hayas roto la nariz. Ven conmigo. -Sigo a mi abuela hasta una camilla vacía, donde hace que me siente y se pone a mirarme la nariz más detenidamente. Unos minutos más tarde levanta la vista de mi nariz y me mira a los ojos. -Has tenido suerte, no está del todo rota, pero será mejor que te ponga un poco de yeso, ¿de acuerdo? Solo para enderezártela. Y respecto a los arañazos, no son más que superficiales. Te aconsejo que te tumbes, tendrás que tener la cabeza en alto durante un tiempo. -Me tubo con la cabeza mirando al techo y mi abuela me coloca una tira de yeso en la nariz, que sujeta con algodón, una venda y un par de esparadrapos que van pegados en los pómulos.- Quédate así unos minutos, no te muevas.

 

Cuando vuelvo a mi compartimento, con la nariz rota y los brazos llenos de arañazos, mis padres y River ya están ahí para las ''18:00- Reflexión''.

-Less, ¿qué ha ocurrido? -Se apresura mi madre en cuanto me ve.

-Cosas del entrenamiento, mamá.

-¿Eso te lo has hecho entrenando?

-Sí. No soy muy buena en el combate cuerpo a cuerpo.

-Pensé que los instructores no dejaban a los alumnos llegar tan lejos.

-Yo también lo pensaba. -Admito.

Le cuento a mis padres qué tal me ha ido el día, las clases de estrategia, el entrenamiento, y la pelea con Alice. Ellos me escuchan sin interrumpir, hasta que mi madre añade preocupada:

-Sigues queriendo ir, ¿verdad? -No menciona el lugar exacto ya que River está en la habitación, aunque yo la entiendo perfectamente.

-Sí.

-¿No hay nada que pueda hacer para convencerte?

-No. -River se une a la conversación, al parecer, ha estado escuchando todo el tiempo.

-¿Para qué te entrenas, Less?

-Para nada en concreto, es un entrenamiento obligatorio. -Miento.

-¿Y por qué no te escapas? En casa nunca ibas al colegio. -Suelto una risita.

-Aquí no puedo escaparme, lo he intentado pero...

-¿Y por qué yo no tengo que entrenar?

-Porque eres un enano. -Me río, el también sonríe y con eso acaba la conversación.

Después de muchas súplicas por parte de mi hermano, mis padres y yo aceptamos a jugar con él el tiempo que queda de reflexión, al fin y al cabo, River no tiene la culpa de todo lo que está pasando.

Cuando salimos del compartimento para cenar, aun llevo puesta la ropa del entrenamiento y la nariz me sigue doliendo. En el comedor me encuentro con Finnick, también vestido de militar, y nos vamos juntos a coger la comida.

-¿Qué tal tu nariz?

-Sigue doliendo.

-¿Te la ha roto?

-Según mi abuela, no del todo. -En ese momento, cuando nos dirigimos a nuestra mesa de siempre, aparece Angelina.

-¿Cómo va tu nariz, Less?

-La tengo casi rota.

-Vaya, que pena. Esa Alice siempre está causando problemas.

-¿Ya ha pasado esto más veces?

-Sí, bueno, no es la primera vez, la verdad. Por cierto, ¿os apetece comer con nosotros? También está Jeff. -Finnick me mira y yo me encojo de hombros, después mira a Anelina.

-Vale. -Contesta. Y la seguimos.

-¿Quién es Jeff? -Le pregunto a Finnick aprovechando que Angelina se ha adelatado.

-Jeff Avner, el chico que ha peleado conmigo. Es bastante simpático.

-¿En serio? Parecía querer matarte. -Se ríe.

-De eso se trata, ¿no? Era un combate, Less. -Me ruborizo un poco, parece ser que yo era la única que pensaba que no tendríamos que pelear de verdad.

Al llegar a la mesa, Finnick saluda a Jeff y al otro chico que está sentado a su lado.

-Chicos, esta es Less. -Me presenta Angelina.- Less, ellos son Jeff y Kyle. -Kyle es un chico más bajo que Jeff y Finnick, aunque sigue siendo fuerte y de espalda ancha. Tiene el pelo rubio y corto, peinado hacia arriba y los ojos de un azul muy oscuro. Les saludo con la mano y me siento.

-Buena pelea la tuya, Mellark. -Me dice Jeff mientras come su estofado de cordero.

-No hace falta que mientas, sé que ha sido horrible.

-De horrible nada. Probablemente ha sido la pelea más divertida que he visto en mucho tiempo.

-Me alegro que te haya divertido, pero yo tengo la nariz rota.

-Nada que no pueda arreglarse. La cara que se le quedó a Alice después de lo que le dijo Angelina fue para verla.

-¿Qué la dijiste? -Me giro hacia Angelina.

-Nada del otro mundo, la dije que se había pasado, que era tu primer día, ya está.

-No intentes ocultárselo. -Añade Kyle.- Se puso como una fiera, es más creo que incluso llegó a arrancarla otro par de mechones de pelo.

-No es verdad. -Se defiende ella.- No fue para tanto.

-Vaya que no, si el Sargento Backus tuvo que separaros. -Todos se ríen.

-¿Por qué me defendiste? -Pregunto a Angelina, ya que me parece raro, acabamos de conocernos.

-Porque no estuvo bien lo que hizo. Ya era hora de que alguien pusiera a esa chica en su sitio.

-Me dijiste que no es la primera vez que pasa algo así, ¿no?

-Bueno, sí es la primera nariz rota. -Dice Jeff. Angelina le ignora y sigue contándome.

-No. Alice ya ha causado más problemas, no solo en el cuerpo a cuerpo. -Se para un segundo y bebe un trago de agua.- Verás, toda su familia materna es del Capitolio, por eso no tiene amigos. Nadie se fía de ella.

-Que venga del Capitolio no quiere decir que no sea de fiar. -Razona Finnick.

-Lo sé, pero cuando llegó aquí no parecía estar muy de acuerdo en convertirse en soldado del 13. A los instructores tampoco les hace demasiada gracia tenerla como alumna, es más, creo que solo la aceptan porque son las reglas.

-Puede que no sea muy agradable, pero esos no son más que prejuicios. -Continúa Finnick.

-Al principio todos pensábamos eso pero, hace algunas semanas, la pillaron escondida en los vestuarios hablando con un transmisor. Todos creen que estaba pasando información a los rebeldes.

-¿Su familia no está aquí? -Pregunto.

-No. -Contesta Kyle.- Su padre es un agente de la paz nacido en el Distrito 2, le destinaron al Capitolio y creemos que allí conoció a su madre.

-Nuestra teoría es que ella estaba en el 2 cuando empezó la guerra y que la enviaron aquí para obtener y pasar información.

-¿Y qué información puede tener ella? No es más que otro soldado. -Las cosas siguen sin cuadrarme demasiado.

-No sabemos. Como ya hemos dicho, son solo teorías.

-Sí, pero aun así es sospechoso. -Sentencia Jeff.- Ha quedado demostrado que la gente del Capitolio no es de fiar.

-Sigo pensando que todo esto no tiene sentido. Tal vez la estais juzgando mal. -Insiste Finnick.

-Puede que sí, pero te recuerdo que Less no es la primera persona a la que ha herido.

-Eso es cierto, la semana pasada le rompió el brazo a Penny, ¿recuerdas? -Pregunta Kyle a Jeff.

-Sí. -Se mete a la boca otra cucharada de estofado.- Además, todo encaja, ¿no? Penny es la sobrina de la expresidenta Prior y Less es hija de Katniss Everdeen.

-Bueno, será mejor que dejemos el tema. -Termina Angelina.

Acabamos de comer y dejamos las bandejas donde corresponden. Finnick y yo nos despedimos del resto y quedamos en desayunar todos juntos mañana. Después me acompaña a mi compartimento.

-¿Crees que es verdad? -Me pregunta antes de que abra la puerta del compartimento.

-No lo sé. Puede ser.

-Bueno, hasta mañana.

-Buenas noches. -Me despido dandole un besito y entro en mi compartimento.

Mis padres y River ya han acabado de ducharse, así que se están preparando para acostarse. Yo me ducho, me seco con una de las toallas grises que han dejado en el pequeño cuarto de baño, me lavo los dientes y me meto en la cama con una de las enormes camisetas grises a modo de camisón.

 

La mañana siguiente todo transcurre con normalidad. Finncik y yo nos sentamos con Angelina, Kyle y Jeff en el desayuno y hablamos de temas sin importancia. Después, siguiendo lo que me indica mi horario, me dirijo a mando con mis padres, preparada para aceptar la misión de sustituir a mi madre como Sinsajo. Pero cuando llegamos encontramos la sala mucho más vacía de lo que estaba ayer. Solo Plutarcch, Haymitch y un hombre moreno nos esperan allí. El hombre está de espaldas, pero se gira cuando nos oye entrar. Y le reconozco al instante.

-Gale. -Susurra mi madre.
CAPÍTULO 10.

 

Finnick esta durmiendo a mi lado, yo lo he intentado, pero no he sido capaz ni siquiera de cerrar los ojos durante más de dos minutos seguidos. Estamos en una pequeña habitación del aerodeslizador en el que salimos del 4, camino del Distrito 13. A pesar de que intenté razonar con mi madre, esta no quiso arriesgarse a ponernos en peligro, y menos ahora que los rebeldes del Capitolio saben que estuvimos presentes durante el último bombardeo del 4, así que no quiso volver a nuestra casa en el Distrito 12. El viaje dura unas cinco horas y media, de las cuales Finnick ha pasado cinco durmiendo. Cuando subimos al aerodeslizador, estaba en un estado de shock y los médicos le aconsejaron dormir un poco. Al principio se resistió, pero cuando le dije que dormiríamos juntos cambió de opinión. A pesar de que no quiero molestarle, más de una vez he sentido la tentación de despertarle. Necesito hablar con él, decirle lo mal que lo he pasado durante todo este tiempo que hemos estado separados, pero no sería muy correcto despertar a una persona que acaba de ver su distrito quedar reducido a cenizas, traerle de nuevo a la realidad. Incapaz de aguantar un solo segundo más, me levanto y me doy una ducha en el pequeño baño que hay en la habitación. Al subir al aerodeslizador, un hombre vestido de gris nos dió ropa limpia, también de color gris, así que me pongo esa en vez de mi cómoda ropa de caza, que ha quedado hecha polvo. La camiseta me queda al menos dos tallas grandes, así que me meto en la cama sin pantalón, como si fuera un camisón. Al volver a acurrucarme sobre el pecho de Finnick, él se mueve un poco y no puedo evitar alegrarme pensando que por fin se despertará.

-Hola.

-Hola. -Le contesto dándole un besito en los labios.- Siento haberte despertado.

-No importa.

-¿Qué tal estás?

-Bueno. Teniendo en cuenta que acabo de ver el último trozo de mi distrito volar en pedazos, creo que estoy bastante bien. -Intenta sonreir, pero en lugar de eso le sale una mueca extraña.

-No te preocupes. Todo saldrá bien.

-Ya. Siempre hay que intentar ver el lado bueno, ahora estamos juntos.

-Sí. Y eso es lo que realmente importa. -Le abrazo todo lo fuerte que mis cansados brazos me permiten y noto como sus labios me susurran:

-Te quiero.

-Yo a ti también, Finn. Más de lo que serías capaz de imaginar. -Entonces vuelve a hacerlo, vuelve a acercarme hacia el sensualmente, como hace cada vez que me besa. Yo pongo mis manos en su cara y le devuelvo el beso apasionadamente. Empieza a acariciarme la espalda por debajo de mi holgada camiseta, y yo hago lo mismo con su pecho. Justo en ese momento la puerta se abre de golpe. Me giro bruscamente y me encuentro a mi madre parada en el marco de la puerta.

-Lo siento, no quería interrumpir. -Se disculpa. Aunque está bastante sorprendida, tanto, que hasta sacude la cabeza para volver a centrarse en lo que tenía que decirnos.- Solo venía a avisaros de que os deberíais ir vistiendo con la ropa que os han dado. Estamos a punto de aterrizar.

Finnick y yo nos permitimos pasar otro par de mintutos besándonos y acariciándonos. Luego me levanto y me pongo el pantalón de color gris, que también me queda suelto, aunque no tanto como la camiseta. La ropa de Finnick es idéntica a la mía, aunque la suya sí que parece ser de su talla. Cuando me dispongo a calzarme con mis botas de siempre, me doy cuenta que hay dos pares de zapatos negros a los pies de la cama.

-Supongo que también querrán que nos los pongamos. -Me dice Finnick mientras se calza el par más grande.

A diferencia de la ropa, los zapatos me quedan un poco pequeños, cosa que si sumamos a la gran cantidad de cansancio acumulado, me provoca un horrible dolor de pies. Cuando salimos de la habitación, nos vamos a la entrada del aerodeslizador, donde hay dos filas de asientos con cinturones para los aterrizajes y despegues. Me siento al lado de mi madre, que al igual que el resto también está vestida con las mismas ropas grises.

-¿Cómo es el 13, mamá?

-Subterráneo.

-¿No podremos salir?

-Tengo entendido que de momento no tienen ningún problema en dejar salir a la gente, pero no sé porqué me da la impresión de que con nuestra llegada aumentará el nivel de seguridad. -Me paro un segundo a pensar lo que acaba de decirme mi madre.

-Van a por ti, ¿verdad? -Asiente.

-Pero no te preocupes, estaré bien. Todos estaremos bien. -Mi madre intenta mostrarme una pequeña sonrisa, pero la resulta imposible ocultar la preocupación de su rostro. La sonrío yo también y cambio de tema.

-Van a tener que devolverme pronto mi ropa. Esta que me han dado me queda enorme. -Suelta una pequeña carcajada.

-Despídete de tu ropa, Less. Aquí todo el mundo tiene que ir vestido igual.

-Bueno, pues que me den una de mi talla, al menos.

-Ya vermos. Los habitantes del 13 son bastante estrictos respecto a este tema y no dejarán que te deshagas de nada hasta que ya nadie más pueda usarlo.

-¿River está allí?

-Sí, se ha quedado con Haymich.

-¿Y qué hace él allí? Pensaba que seguía en el 12.

-Vino cuando salimos a buscarte, creo que Plutarch y el resto están preparando alguna estrategia y seguramente le habrán llamado. -Nos quedamos en silencio hasta que, tras unos minutos de espera, el aerodeslizador empieza a aterrizar.

Dedico a Finnick una mirada de complicidad y el me responde con una sonrisa triste. Es evidente que no puede disimular lo afectado que está después de haber visto su distrito convertirse en cenizas, aunque tampoco espero que lo haga.

Una vez abajo, nos encontramos con Haymitch, que me lanza una mirada rencorosa y feliz al mismo tiempo.

-Peeta, Katniss, os reclaman en mando. Creo que Annie y el crío también deberían venir.

-¿Yo? -Pregunta Finnick incrédulo.

-¿Acaso hay algún otro crío cerca? -Finnick le dedica una mirada de desacuerdo y sigue a Haymich por dentro de un edificio que, al menos en la superficie, no tiene más de dos plantas de altura. Mis padres se miran y después me hacen una señal para que pase.

Como había oído, el Distrito 13 es mucho más grande de lo que parece. Después de dejar que unos soldados nos cacheen, llegamos a una especie de vestíbulo del que salen un pasillo hacia cada lado y en el que hay dos ascensores que no se pueden comparar con los del Capitolio. Haymich pulsa el botón del que tiene a su derecha y se vuelve hacia a mí.

-¿Es que no has oído lo que he dicho antes? Solo Annie, Finnick y tus padres.

-¿Me estás diciendo que no puedo ir?

-Exacto.

-¿Y por qué?

-Porque en las reuniones de mando se habla principalmente de las estrategias a seguir en la guerra, así que sería absurdo que acudieras sabiendo que no vas a salir al campo de batalla.

-¿Y quién dice eso? -Aumento el tono de voz.

-Nosotros. -Interviene mi padre.- No vas a luchar, Less. Te quedarás aquí, con tu hermano.

-¿Esperais que me quede haciendo de niñera mientras vosotros arriesgais la vida en la guerra?

-Tendrás que hacerlo, no tienes edad para entrar en el ejército, ¿recuerdas?

-Está bien, ¿y por qué Annie puede ir? Ella tampoco va a luchar. -Miro a Annie y me doy cuenta de que está mirando a Haymitch, al parecer ella tampoco sabe por qué la reclaman.

-Porque, aunque Finnick haya cumplido ya los quince años, sigue siendo menor de edad, por lo que su madre tendrá que estar de acuerdo en todo lo que incumba al chico. -Ahora miro a Finnick a los ojos, seria.

-¿Así que vas a ir?

-Less, yo...

-¿Acaso no ha sido suficiente todo lo que me has hecho pasar?

-No he dicho eso...

-¡Si me quisieras te quedarías conmigo! Eternamente, ¿o ya lo has olvidado?

-No lo he olvidado. Ponte en mi lugar, ¿no querrías vengarte de las personas que han destruído tu hogar?

-Pero yo también...

-No, Less. Te quiero pero no puedo quedarme de brazos cruzados cuando me están dando la opurtunidad de actuar.

-Bien. Entonces todo arreglado. -Sentencia Haymich, por su tono de voz parece que se siente impaciente por llegar a la sala de mando, aunque no puedo estar segura ya que mis ojos siguen fijos en los de Finnick.- Less, tú y tu familia os alojareis en el compartimento D. Teneis suerte, está en esta misma planta, por el pasillo de la izquierda, así que cuenta con una pequeña ventana. River está ahí así que sugiero que vayas y descanses un rato.

Me doy la vuelta justo cuando ellos entran en el ascensor. Avanzo con determinación por el pasillo de la izquierda hasta que llego una puerta con una letra D escrita en negro. No me molesto en llamar a la puerta, abro de un golpe y me encuentro con mi hermano pequeño sentado en el suelo, jugueteando con los soldaditos que se llevó el día que nos adentramos en el bosque. Durante unos segundos me mira incrédulo, luego, como si acabara de darse cuenta de que soy real, se levanta y me abraza.

-¡Less! Que bien que hayas vuelto.

-Sí, bueno. ¿Qué tal, enano?

-No muy bien, este sitio es aburrido. Quiero irme a casa. -La mirada gris de mi hermano se baña en lágrimas al instante, cosa que me afecta bastante. Me arrodillo y le cojo por los hombros, mirándole a los ojos.

-Yo también quiero irme a casa, River. Es solo que... Bueno, por ahora no podemos, lo siento. Además, estoy segura de que pronto encontraremos una manera de divertirnos, ¿no te parece? -River sonríe alegremente, aunque hay algo en su expresión que me hace pensar que no se fía del todo.

-Less, ¿juegas conmigo? -Sin poder evitarlo lanzo una mirada a la habitación, deseando acostarme y poder dejar atrás este día tan espantoso. En la habitación hay tres camas, dos de ellas son literas, y la otra es algo más grande. Al fondo de la habitación hay una puerta de color granate y un aparato que sobresale de la pared. A mi derecha tengo un agujero escabado en el suelo que contiene algo de ropa y la bolsa que dejé atras cuando me escapé.

-Me encantaría, pero estoy agotada. ¿Qué te parecería si lo dejamos para mañana?

-Vale. Como quieras. -Se da la vuelta, decepcionado, y vuelve a su juego.- Por cierto, tu litera es la de arriba. -Me subo a la cama, me arropo hasta el cuello con el edredón y, sorprendentemente, me quedo dormida a los pocos minutos.

 

Noto que alguien me zarandea apenas cuando tengo la sensación de haber dormido solo unos minutos. Abro los ojos y vuelvo a encontrarme con River.

-Less, es la hora de cenar.

-¿Aún no han vuelto papá y mamá?

-No, pero seguro que los vemos en la cena. Aquí todos cenamos a la misma hora. Nos la perderemos si no nos damos prisa. -Me levanto y dejo que mi hermano me lleve al comedor.

La sala tiene una capacidad de más de diez mil personas como mínimo. Cientos de mesas se reparten por todo el comedor a excepción de la pared de la izquierda, que es donde te sirven la comida y te reparten los cubiertos. River y yo recogemos nuestra, para mi gusto, escasa ración de comida y me lleva hasta una mesa que tenemos asignada. Como había dicho mi hermano, nuestros padres esperan allí, acompañados de mi abuela, Haymitch, Annie, Betee y Johanna. Finnick debe de haber ido a por la comida. Como no me apetece nada que se siente a mi lado, me coloco en la esquina del banco, dejando a River a mi derecha. Pocos minutos después de empezar a comer aparece Finnick llevando su bandeja. Desafortunadamente, decide sentarse en frente mía, y se pasa al menos diez minutos observando cómo me como el estofado de patatas hasta que por fin River decide romper el silencio.

-¿Tú quién eres?

-Vaya, River, ¿no te acuerdas de mí? Normal, la última vez que te ví apenas eras capaz de mantenerte en pie. Soy Finnick. -Finnick le tiende la mano a mi hermano, muy sonriente y encantador, este se la estrecha sin demasiada fuerza.

-¿Eres el hijo de Annie?

-El mismo. -Después de dedicarle una última sonrisa a mi hermano, sus ojos verdes se posan en los míos y su expresión se vuelve seria.- Less, ¿podemos hablar?

-No hay nada de que hablar. Me voy a la cama, no tengo hambre. -Le paso el cuenco a River, que hace tiempo que se ha acabado su ración.- Puedes comerte mi parte.

Me levanto y salgo del comedor, oigo pasos que me siguen, pero los ignoro y sigo andando, hasta que Finnick me adelanta justo cuando estoy a punto de entrar al compartimento y me sujeta por los hombros contra la pared.

-No dejaré que te vayas hasta que hablemos.

-Ya te he dicho que no hay nada de que hablar. Prefieres ir a la guerra antes de quedarte aquí conmigo, eso es todo.

-Less... Por favor, ponte en mi lugar. Matan a mi padre, dejando a su mujer embarazada completamente sola, esas mismas personas hacen explotar una bomba a menos de diez metros de la persona que más quiero en este mundo, entran en guerra con mi distrito y lo convierten en cenizas delante de mis narices. ¿No es lógico que quiera venganza?

-¡Finnick! Yo también lo he pasado muy mal. -Digo llorando.- He tenido que aguantar estar a kilómetros de ti sabiendo que estabas luchando en una guerra, sabiendo que cada vez que hablaba contigo por teléfono podría ser la última vez que oía tu voz, decido escaparme, dejando atrás a mi familia, para ir a buscarte en medio de una guerra que no es la nuestra. ¿Cómo crees que tengo que sentirme si después de todo vuelves a elegir luchar antes que estar conmigo?

-Jamás elegiría nada que me apartara de ti.

-Lo estás haciendo.

-Mira, lo he estado pensando y creo que voy a quedarme. Tienes razón. Lo importante ahora es que estemos juntos. -Le sonrío agradecida y le acaricio la cara, después me meto en el compartimento, dispuesta a volver a acostarme. -¡Espera, Less! Tengo algo para ti.

Abro la puerta y me siento en la cama de mis padres. El me imita y dedica un par de minutos a mirarme a los ojos, después, mete la mano en el bolsillo izquierdo de su pantalón y saca una pulsera de cuerda de color marrón.

-Sé que no es gran cosa, la hice antes de que los rebeldes llegaran al 4. -Me coge la mano derecha y me ata la pulsera de cuerda a la muñeca.- ¿Te gusta?

-Me encanta, gracias. -Es verdad que la pulsera es muy bonita, está hecha de un tipo de cuerda parecida a la que utilizan para las redes de pesca, las cuerdas están entrelazadas las unas con las otras, formando una preciosa trenza de color marrón oscuro. No sé porqué, pero me acerco la pulsera a la cara. -Huele a sal.

-Sí, bueno. Un bonito recuerdo de las playas del 4. -Me contesa Finnick con una sonrisa tímida y ligeramente ruborizado. Apoya las manos en sus rodillas y se levanta.- Creo que debería irme.

Me levanto y me lanzo a su cuello, abrazándole fuertememte. Él me agarra por la cintura y apoya los labios en mi hombro, unos segundos después nos separamos, volvemos a mirarnos a los ojos y nos besamos.

-Te quiero. -Susurro.

-Te quiero. -Me responde él.

 

A la mañana siguiente me despierta mi padre. Me levanto, me lavo los dientes y me pongo un conjunto gris limpio idéntico al anterior. Mis padres me dicen que tengo que pasar el antebrazo por debajo del extraño aparato que sobresale de la pared. Al hacerlo, se imprime en mi piel un horario escrito con tinta morada:

6:00- Desayuno

6:30- Escuela

12:00- Comida

12:30- Estrategia

15:00- Entrenamiento

18:00- Reflexión

19:00- Cena

20:00- Ducha

Sin poder evitarlo, suelto una risita tonta al leer que tendré que ir a la escuela dentro de una media hora.

-Mamá, ¿qué es esto? -Ella se acerca y me mira el brazo.

-Creo que está claro. Es tu horario, Less.

-Eso ya lo sé, me refiero a todo eso de Escuela, Estrategia y Entrenamiento.

-Es obvio, ¿no? Tendrás que ir a clase, os enseñarán matemáticas simples, algo de geografía, historia y poco más, es decir, lo que deberías haber aprendido en el 12. -Me lanza una mirada de reproche por haberme saltado el colegio.- Luego darás clase de Estrategia militar y acudirás a un pequeño entrenamiento. Aunque no vayas a la guerra, aquí a partir de los catorce años te consideran un soldado y te entrenarán como tal.

-Oh, genial. -Digo con sarcasmo. No me apetece nada volver a la escuela.

-Vamos, remolona. -Sentencia mi madre dándome una palmadita en la espalda.- Llegaremos tarde al desayuno.

A llegar al comedor, la mayoría de la gente está ya allí. Cogemos nuestra comida y nos reunimos con los demás en la mesa de siempre. Hoy el desayuno consta, básicamente, de un cuenco de gachas y medio panecillo duro. Lo devoro en dos minutos y vuelvo a mirar mi horario, después miro a Finnick.

-¿Qué tienes ahora?

-Clase. ¿Tú?

-¿Tú también tienes que ir a clase? Pensé que...

-Sí, bueno. Normalmente tienes que ir hasta que tengas dieciseis, pero a medida que creces, das menos horas de clases y más de entrenamiento. Yo solo doy clase hasta las diez.

-Yo tengo hasta la hora de la comida. No creo que aguante. -Se ríe.

-Vamos, te acompaño. Mi aula es la contigua a la tuya. -Salimos del comedor después de dejar las bandejas y cubiertos en su lugar correspondiente. Después, descendemos tres plantas en ascensor hasta llegar a un pasillo no muy largo, que cuenta solo con cinco puertas.- Aquí es, la tuya es la cuarta.

-¿Es obligatorio?

-¿El qué? -Me pregunta con una sonrisa encantadora.

-Entrar. No le veo necesidad, ciertamente. -Suelta una pequeña carcajada.

-Me temo que sí. -Me acerca la cara a él y me da un besito en los labios.- Que no se te haga muy largo.

-Eso espero. -Y me meto en la clase.

Al abrir la puerta, más de una veintena de cabezas se giran hacia mí, incluída la de una mujer mayor y de pelo blanco que debe ser la profesora.

-Tú debes ser la señorita Mellark.

-Sí. Llámeme Less.

-No. Coja papel y un lápiz del armario y siéntese, Mellark, y recuerde que aquí llamamos a la puerta antes de entrar. -Asiento y me dirijo al final de la clase. Mientras paso entre los pupitres, oigo los cuchicheos de mis compañeros, aunque no logro entender lo que dicen. Cojo el material necesario y me siento en el pupitre más alejado.- Pero no sea tímida, acérquese. -La profesora señala un sitio vacío en tercera fila, no de manera amable, sino más bien queriendo fastidiarme.

Durante los diez primeros minutos de clase, intento concentrarme y prestar atención a lo que dice mi profesora sobre las principales exportaciones del Distrito 13 al resto de los distritos, pero finalmente, acabo distrayéndome mirando a mis compañeros. Todos deben de tener entre trece y catorce años, y la mayoría atiende con interés a la lección, pero hay otros que se limitan a cuchichear entre ellos, algunos incluso, señalándome.

-Hola. -Me giro y me doy cuenta de que la que me ha saludado es la chica de mi izquierda. Debe tener aproximadamente mi edad, aunque es bastante más delgada que yo y un par de centímetros más alta. Tiene el pelo rubio muy largo y muy liso, recogido en una coleta, y unos ojos verde esmeralda. Me tiende la mano derecha. -Soy Angelina.

-Less. -Digo estrechándola.

-Ya sé quien eres, probablemente todo el mundo lo sepa.

-Pues no soy yo la famosa.

-Lo sé, pero tampoco deberías esperar pasar desapercibida siendo la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark.

-No lo esperaba. -Angelina me dedica una blanquísima sonrisa y me veo forzada a devolvérsela.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Supongo.

-¿Qué estás haciendo aquí? Quiero decir, el 12 sigue intacto.

-Buena pregunta. Mi madre insistió en venir, piensa que aquí estarmos a salvo, pero, seamos ralistas, no hay ningún lugar seguro si los rebeldes van a por tu familia. -La sonrisa de Angelina se borra de su cara y me lanza una mirada de apoyo.

-No tenéis que preocuparos, aquí estareis bien. Si te sirve de consuelo, yo también tuve que dejar mi casa. Mi padre murió en la guerra, cuando mi madre estaba embarazada de mí, así que tuvo que criarme sola, bueno, con la ayuda de mi abuela, pero ella no está muy cuerda. -Esboza una sonrisa triste.- Por eso estoy deseando cumplir los quince, para salir ahí fuera y luchar.

-¿De dónde eres?

-Del 1. Aunque te aseguro que allí todo no es como dicen, es verdad que es un distrito más rico que el 12, pero solo porque los trabajos están muy bien pagados. Lo difícil es si no puedes trabajar, como le pasó a mi madre.

-¿Por qué no pudo trabajar?

-Como ya te he dicho, tenía que cuidarnos a mí y a mi abuela y no podía dejarnos solas. Por suerte, cuando cumplí los seis años, encontró un buen trabajo y pudimos salir adelante con eso. Supongo que tú no habrás tenido muchos problemas, ¿no?

-No. -La verdad es que me ruborizo un poco al contestar, ver que la gente lo ha pasado realmente mal mientras que a ti te sobran muchísimas de las cosas que tienes te hace sentir un poco cruel.


Por fin llega la hora de la comida y mis compañeros llevan al armario los materiales que pueden seguir utilizándose, les imito y salgo del aula con Angelina. Hemos pasado hablando gran parte de las clases y creo que hemos entablado algo parecido a una amistad. Cuando las puertas del ascensor se abren, dejan paso a un Finnick bastante sofocado y colorado.

-Finnick, ¿de dónde vienes?

-Vengo corriendo desde la sala de mando, me han sacado del entrenamiento.

-¿Por qué? ¿Pasa algo?

-Less, están pensando en mandarte a la guerra.