BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

domingo, 5 de mayo de 2013

CAPÍTULO 13.
 

Es mi padre el que me despierta por la mañana. Me siento como si no hubiera dormido más de dos horas, ya que probablemente sea así. Le doy un fuerte abrazo y luego repito el gesto con toda mi familia. Hoy todos nos sentimos un poco más sensibles. Me visto con mi ropa de entrenamiento, a pesar de que tenga el dia libre, porque es mucho más cómoda, me peino y me trenzo el pelo y me calzo las botas negras. Esta mañana Finnick y yo desayunamos con nuestros amigos, será la última comida que hagamos juntos antes de marchar a la guerra, pero todos nos comportamos como si fuera un día normal y nos comemos las gachas entre risas. Cuando llevamos nuestras bandejas a su sitio, Angelina, Kyle y Jeff nos dejan para pasar el día con sus familias. Finnick y yo decidimos dar una vuelta por la primera planta, donde se puede ver el exterior en algunas zonas.

-¿No es curioso? -Me pregunta al llegar a un pasillo completamente vacío.

-¿El qué?

-Mañana partiremos a una guerra en la que pienso protegerte con mi vida si es necesario. Estoy dispuesto a todo por ti y ni si quiera hemos tenido una cita.

-Es verdad. -Contesto pensando en el tiempo que hemos pasado juntos. Balcones en trenes. Bombardeo en el 4. Entrenamientos en el 13. Nada a lo que se pueda llamar cita.

-¿Sabes qué? No me gustaría irme sin tener una. Puede parecerte una tontería, teniendo en cuenta la situación pero...

-No me parece una tontería. Es más, me encantaría. Podríamos hacerlo ahora mismo.

-¿Tener una cita? ¿Aquí?

-Podríamos ir al bosque. -Se me ocurre de repente.- No pienso que haya ningún inconveniente para que nos dejen salir. Podría pedir prestado un arco y así comeríamos fuera. -Sonríe ante la idea de que nos dejen salir.

-Genial. Vamos a hablar con Haymitch.

-No. Es mejor que hablemos con Fulvia, tiene más autoridad y es más... comprensiva.

-De acuerdo.

Tras una corta conversación con Fulvia, acepta dejarnos salir durante unas horas, con la condición de llevar unos transmisores que nos mantendrán en contacto (medida que encuentro innecesaria) y, por supuesto, con el permiso de nuestros padres. Finnick y yo nos separamos para ir a nuestros respectivos comportamientos a por el permiso por escrito que tienen que firmarnos y quedamos en reunirnos en la zona de los ascensores para ir juntos a por las armas. Cuando abro la puerta de mi compartimento, mis padres están allí, aunque paran de hablar en el momento en el que entro en la habitación. River tiene clase, así que supongo que estarían despidiéndose.

-Less, pensé que estabas con Finnick. -Dice mi madre invitándome a sentarme entre ella y mi padre.

-Lo estaba, pero queremos ir al bosque y necesito que me firméis un permiso por escrito. -Vacilo, seguramente no quiera dejarme salir ya que lo considera demasiado peligroso, pero aun así la doy la hoja de papel y un rotulador que me ha prestado Fulvia. Para mi sorpresa, es mi padre el que contesta.

-Leslie, sabes que es demasiado peligroso que...

-Peeta, creo que tenemos que dejarla ir. La vendrá bien un poco de aire fresco y pasar un buen rato a solas con Finnick. -Garabatea una rápida firma en el papel y me lo devuelve.- Diviértete.

Me levanto y meto el papel y el rotulador en mi bolsillo, pero antes de irme, abrazo a mis padres.

-Gracias. -Les susurro.

-No exageres. Es solo un permiso, no tienes por que dar las gracias.

-No es por eso mamá. Gracias por todo lo que habéis hecho por mí. -Aclaro con lágrimas en los ojos.

-Gracias a ti, cariño. Tú nos lo has dado todo.

-Sí, Less. Estamos muy orgullosos de ti. -Las palabras de mi padre causan un extraño efecto en mí. Escucharle decir que están orgullosos es justo lo que necesito en momentos como este.

-Os quiero. -Les digo.- Muchísimo.

-Y nosotros a ti, cielo. Más que a cualquier otra cosa. -Me contesta mi madre dándome un beso en la cabeza.- Pero no te entretengas más, Finnick estará esperándote.

Les lanzo una última sonrisa y salgo por la puerta del compartimento, dispuesta a reunirme con Finnick. Después de que Fulvia nos acompañe a recoger un par de arcos a la armería, nos colocan los transmisores y nos acompañan a la salida.

La primavera casi ha llegado y se ha derretido toda la nieve que había al llegar aquí. Algunas flores empiezan a salir y corre una brisa bastante agradable, aunque algo fría aun. Me subo la cremallera de la chaqueta gris oscura que forma parte del uniforme del entrenamiento. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien: respirando aire fresco, con el bosque delante de mí, el arco en la mano y el carcaj a la espalda. Miro a Finnick, también está contento, aunque se le ve algo preocupado. Decido no pensar en eso.

Nos adentramos en el bosque y automáticamente me olvido de todo lo que está sucediendo, volver a oír los sonidos del bosque es como una inyección de autoestima para mí. Aquí no tengo miedo. Todo está bien.

-¿Ahora qué? -Me pregunta Finnick. Dejo caer el arco y me lanzo a sus brazos, él me leventa del suelo y le beso en los labios. Cuando me devuelve al suelo me mira a los ojos mostrándome una sonrisa encantadora. -¿Y esto?

-Pues que te quiero. Y quiero que lo sepas.

-Yo también te quiero, Less. Lo haré siempre, pase lo que pase. -Nos besamos de nuevo, esta vez durante más tiempo. Definitivamente tengo todo lo que necesito para sentirme bien, no solo el bosque, sino también a él.

-¿Qué te parece si te enseño a usar el arco?

-Me parece una pérdida de tiempo. -Se ríe.- En serio, soy un inútil, no seré capaz.

-No digas tonterías, ¿por qué no empiezas apuntando al tronco de ese árbol?

Así pasamos el resto de la mañana, besándonos, riéndonos y disparando a troncos de árboles hasta que, finalmente, Finncik consigue clavar la flecha en el objetivo que le he marcado. Cuando empieza a entrarnos hambre, le digo que encienda una hoguera mientras yo voy a cazar. No tardo ni media hora en volver con un par de conejos y un buen puñado de bayas. Después de semanas comiendo estofados y purés, hoy nos daremos un festín. Ambos disfrutamos mucho de la comida pero, igual que durante toda la mañana, noto a Finnick algo ausente. Llega un momento en el que no aguanto más y decido preguntarle.

-¿Pasa algo? Te noto... raro.

-¿Algo? Less, mañana iremos a la guerra.

-Lo sé, pero eso ya lo sabías desde hace tiempo y no te he visto así desde esta mañana. Vamos, dímelo. Sabes que puedes contar conmigo.

-Bueno, es por mi madre. -Hace una pausa.- Desde lo ue pasó en el 4 ya no ha vuelto a ser la misma.

-No puedes culparla por eso.

-Lo sé, y no lo hago. Yo tampoco soy el mismo desde entonces, nadie lo es. -Se mete una baya a la boca y se la traga casi sin masticar.- Las cosas empeoraron cuando llegamos al 13, demasiados recuerdos para ella, aquí se casó con mi padre, le vió por última vez y también fue donde se enteró de que él había muerto. Yo siempre he estado a su lado, y siempre lo estaré, pero saber que tengo que irme mañana no le ha ido muy bien. Cuando fui a pedirle el permiso no estaba en el compartimento, habían tenido que llevarla al hospital por una fuerte crisis de ansiedad. La está volviendo a pasar, Less.

-Vaya. -Me he quedado sin palabras. Nunca se me había ocurrido pensar como se sentiría Annie con todo esto. Le cojo de la mano y la aprieto con fuerza.- Finnick, no tenías que haber venido. No me parece justo que tengas que pasar el día conmigo cuando tu madre está en el hospital.

-Tú misma lo has dicho. Está en el hospital y no me dejarían estar con ella aunque quisiera.

-¿No quieres?

-Ahora lo que quiero es estar contigo. -Me acerco a él y le doy un fuerte abrazo y un suave beso en el cuello. No puedo verle la cara, pero sé que ha derramado un par de lágrimas.

-No te preocupes, no me separaré de ti. Puedo pasar la noche contigo. Si quieres. -Esa última sugerencia sale de mi boca sin pensar. Puede que no sea el mejor momento para dormir juntos, al fin y al cabo.

-Claro que quiero. -Sonríe débilmente y me besa en la frente.- Gracias.

-No hay de que. -Me empapo de su aroma, ahora disimulado por la variedad de olores de la naturaleza, y le cojo la mano.- Van a ser las cuatro, deberíamos irnos.

Finnick y yo nos levantamos y recogemos nuestras cosas. Emprendemos el camino de vuelta muy lentamente, como sin ganas, cogidos de la mano y con mi cabeza apoyada en su hombro. Cuando llegamos a las puertas del 13 el guardia nos cachea (algo que me pone de los nervios ya que sería imposible que llevásemos nada escondido) y nos dirigimos a la armería, donde devolvemos los arcos y los transmisores. Pensamos en reunirnos con nuestros amigos, pero llegamos a la conclusión de que ahora mismo estarán con sus familias así que pasamos el rato dando vueltas por los tristes pasillos de piedra sin decir ni una sola palabra.

-Creo que debería irme. River habrá salido ya de clase y me gustaría pasar un rato con él. No te importa, ¿no? -No quiero dejarle solo, pero tampoco me gustaría irme sin decirle a mi hermano algunas cosas.

-Claro que no. Mientras tanto iré al hospital y pediré que me dejen ver a mi madre. De verdad, Less, vete tranquila.

-¿Seguro?

-Totalmente. -Le doy un besito y le acaricio la cara.- Vamos, tu familia te está esperando.

-Te veré en la cena.

-Está bien.

 

Cuando llego a mi compartimente me encuentro con River y mi madre. No tengo la menor idea de dónde puede estar mi padre.

-Hola, Less. ¿Lo habéis pasado bien?

-Sí, gracias, mamá. ¿Y papá?

-Creo que está con Haymitch. -Me acerco y me siento junto a mi hermano, revolviéndole los rizos rubios que caen sobre su frente.- ¿Os importa quedaros solos unos minutos? Tengo que hablar con Fulvia, volveré en seguida.

-No, puedes irte. -Nos lanza una mirada de preocupación. Ella tampoco quiere perder un solo mituto a nuestro lado.- De verdad, no te preocupes.

-Volveré en diez minutos. -Y sale escopetada de la habitación.

-Bueno, River, ¿qué tal en clase?

-Como siempre, ¿y tú?

-Hoy he tenido el día libre.

-¿Por qué no me lo has dicho? Podría haber faltado a clase y haberme quedado contigo.

-Tú tienes que ir a clase. Además, he pasado el día con Finnick.

-¿Tú y él...?

-¿Qué?

-¿Sois novios? -Me rió. Nunca me ha gustado la palabra ''novio''.

-Finnick es muy importante para mí.

-¿Eso qué significa? -Sigue insistiendo él, sonriendo también. Finalmente decido explicárselo de forma que lo entienda a la primera.

-Significa que estamos juntos. Ya está. -Me lanza una mirada risueña y se tumba en el suelo. Yo le imito, aunque nadie vuelve a decir nada en un par de minutos.

-Less, ¿puedes prometerme una cosa?

-Claro.

-No te mueras. -Las palabras de mi hermano hacen que mis ojos se humedezcan. ¿Espera que le prometa que no me pasará nada? Voy a una guerra, no puedo asegurárselo.

-River... Eso es algo que no puedo asegurar.

-¿Por qué no?

-Porque en las guerras muere muchísima gente y nadie puede hacer nada para evitarlo.

-Tú sí. Por eso vas.

-Voy a intentarlo. Igual que intentaré volver sana y salva.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo. -Mi hermano pequeño se lanza a mis brazos, sollozando, y apoya su cabeza en su hombro, como hace siempre.- No llores. -Le digo. Aunque resulta muy poco convincente, ya que yo también estoy llorando.

-Vuelve pronto, ¿vale?

-Antes de que te des cuenta. -Le aseguro.

River se queda llorando en mi hombro hasta que se queda dormido. Yo le acuno y acaricio sus rizos. Pocos minutos después aparecen mis padres y les hago un gesto para que no hagan ruido. Mi padre le coge y le mete en la cama, después se sienta con mi madre y conmigo en su cama.

-Me pidió que le prometiera que no me matarían. -Les cuento con voz culpable.- No pude hacerlo y se durmió llorando.

-No se merece lo que está pasando. Ninguno de los dos os lo merecéis.

-Ninguno de los cuatro nos lo merecemos. -Corrijo.- Vosotros dos tampoco habéis hecho nada.

-Empezar una guerra. -Responde mi madre.

-Sí, hace quince años, y gracias a esa guerra ya no existen los Juegos del Hambre. Sois héroes.

-Ni se te ocurra decir eso, Leslie. -El tono de mi madre suenta enfadado de repente.

-¿Por qué no? Mamá, salvaste una nación. Derrotaste al Capitolio.

-¡Soy una asesina! He perdido la cuenta de las personas a las que maté, del daño que he causado. Miles de personas, de niños, todos muertos por mi culpa. ¿Pero sabes qué? Lo peor no es haberlas matado o tener que acordarte de todas ellas cada día de tu vida. Lo peor es que te consideren una heroína por haberlo hecho. -Mi padre la coge de la mano fuertemente. No es la primera vez que tienen una conversación de este tipo.

Aprovecho el silencio para pensar en lo que ha dicho mi madre sobre como cada una de las personas a las que matas permanece dentro de ti para siempre. No he vuelto a acordarme del hombre calvo al que maté semanas atrás, no me arrepiento de haberlo hecho, si no llega a ser por mí, aquel rebelde habría matado al chico del que estoy enamorada así que hice bien en matarlo. Él quiso matar a Finnick, me habría quitado la vida de haberlo conseguido, así que yo lo quité la suya. Es justo. Tras varios minutos más de silencio, mi madre vueve a hablar.

-Por eso no quería que fueras a la guerra. No quiero que manches tus manos de sangre.

-Mis manos ya están sucias. -Es en ese momento cuando mis padres parecen recordar lo de aquel hombre. Noto una mueca extraña en el rostro de mi padre, una mezcla entre odio y decepción, lo que me hace sentirme fatal porque me hace pensar que se siente así por mi culpa.


Cuando River se despierta ya ha terminado la hora de reflexión y tenemos que irnos a cenar. Al llegar al comedor me encuentro con Finncik, está solo así que supongo que Annie seguirá en el hospital. Corro hacia él y le doy un fuerte abrazo para que sepa que le apoyo.

-¿Qué tal? -Me pregunta.

-Mejor de lo que esperaba. River se quedó dormido y pudimos ahorrarnos la despedida. ¿Tú?

-Bueno, me dejaron entrar a verla, pero está muy mal. Después de diez minutos hablando con ella me obligaron a salir pero pude ver como la sedaban. No quieren mantenerla consciente mucho tiempo, al menos mientras duerme no tiene que soportar la realidad. -Le cojo la mano y nos sentamos juntos. Nadie habla durante la cena, ni si quiera Haymitch, que suele pasarse las comidas charlando con mi hermano. Cuando acabo mi estofado, espero a que Finnick se termine el suyo y nos levantamos cuando esto ocurre.

Estamos llegando a los ascensores cuando un Haymitch bastante sofocado nos alcanza.

-Less, esta noche tú y River dormiréis conmigo ¿de acuerdo?

-¿Por qué?

-Verás, he pensado que deberíamos dejar solos a tus padres esta noche. Tienen mucho que... hablar.

-Ya. -Digo no muy convencida.- Pero no hará falta. Dormiré con Finnick. -Haymitch mira a Finnick de arriba a abajo hasta fijar la mirada en nuestras manos entrelazadas.

-Está bien. Supongo que no importa con quién te acuestes. Quiero decir, en que compartimento duermas. -Me ruborizo y miro al suelo, él sacude la cabeza un par de veces y vuelve por donde ha venido. Finnick y yo nos reímos, pero tengo que admitir que ha sido uno de los momentos más incómodos de mi vida.

Cuando se abre el ascensor, ya hay cinco personas dentro, pero aquí los ascensores son enormes así que hay espacio de sobra. Paramos tres veces antes de llegar a la primera planta, donde están nuestros compartimentos, Finnick abre el suyo y me hace un gesto para que pase.

El compartimento es exacto al mío, con dos literas excavadas en la piedra y una cama algo más grande en la pared de la derecha. En frente, está el baño.

-¿Sabes qué? Me olvidé de contarle a mis padres que esta noche dormiría contigo. -Se ríe.

-No te reocupes, seguro que Hatmitch se encargará de eso. -Finnick se sienta sobre la cama grande y me mira a los ojos.- ¿Quieres ducharte primero? Puedes coger una toalla y te dejaré unas de mis camisetas para dormir.

-Vale. -Contesto, y me meto en el cuarto de baño.

Me ducho lo más rápido posible y me dejo el pelo suelto, para que se seque. Cuando salgo, Finncik ya ha abierto la cama grande y ahora se dedica a organizar las pocas pertenencias que trae con él. Sospecho que solo lo hace para no tener que mirarme.

-Vaya, que rápida has sido. Intentaré hacer lo mismo. -Y entra en el cuarto de baño. Antes de que cierre la puerta puedo ver como se quita la camiseta, cosa que me hace sonrojarme y apartar la mirada.

Sobre la mesa, Finnick me ha dejado una enorme camiseta gris (al menos dos tallas más grandes que la que tengo en mi compartimento) me la pongo y me desenredo el pelo con los dedos. Minutos después, aparece Finnick, solo cubierto por una toalla idéntica a la que me ha prestado. La última vez que le vi sin camiseta fue en el aerodeslizador que nos trajo al 13, entonces ya tenía un cuerpo bastante fuerte, pero estas semanas de entrenamiento han hecho su efecto: Su espalda es más ancha y fuerte y los músculos de sus brazos también han crecido. Sus pectorales están ahora mucho más marcados y los seis abdominales que descansan sobre su vientre son también bastante más visibles. Vuelvo a sonrojarme así que me giro y finjo seguir peinándome. Todo esto hace que vuelva a sentirme como en el tren, cuando me incomodaban todas esas confianzas que se tomaba conmigo. Cuando termina de ponerse unos pantalones de color gris se me acerca por la espalda y me abraza.

Su todavía mojado pecho roza mi espalda y hace que se me ponga la piel de gallina, acerca sus labios a mi oído y susurra:

-Gracias por quedarte conmigo esta noche. Lo necesito.

-No tienes que darlas. -Me giro y le beso.- Yo también lo necesito.

Seguimos besándonos, acariciándonos y toda mi incomodez desaparece. No quiero parar. Quiero seguir así durante toda la noche. Finnick se tumba en la cama y yo me subo en su regazo, sin parar de besarle. Acaricio su pecho mientras él introduce sus húmedas manos bajo mi camiseta, rozando mi espalda con las yemas de los dedos. Beso sus labios, sus mejillas, su cuello. Me lleno con su aroma a jabón y, sorprendentemente, a salitre. Me fascina que, después de tanto tiempo fuera de su distrito, su piel siga conservando ese olor a mar tan fuerte. De nuevo, noto su respiración en mi cara y él me mira desafiante, yo me muerdo el labio y sonrío. Él frunce el ceño y se avalanza hacia mí, quedándose totalmente sentado conmigo sobre sus muslos. Apoya su nariz en la mía y me muerde el labio superior. Me estremezco. Enredo mis dedos en su pelo y dejo que los suyos vuelvan a acariciarme la espalda. Se me ponen los pelos de punta y la piel de gallina otra vez. Finnick se pone de rodillas en la cama y me empuja suavemente hacia atrás, dejándome tumbada boca arriba, y clava las rodillas en el colchón, una a cada lado de mis caderas. Se inclina sobre mi cuello y lo besa cariñosamente mientras mis manos parecen moverse solas, deslizándose desde su pelo a su cuello. A su pecho. A su ombligo... Noto como se le eriza el vello de la nuca y la piel de los brazos también se le pone de gallina, sus labios vuelven a subir hasta encontrarse de nuevo con los míos, que los reciben apasionadamente. Me encuentro viviendo el mejor momento de mi vida, podría pasarme la noche así, sin parar de besarlo excepto para salir a respirar. Creo que podría hacerlo, llegar hasta el final. Solo la idea hace que me estremezca. ¿Qué pasaría entonces? ¿Qué pasaría si después de pasar la mejor noche de mi vida con la persona que más amo pasara lo impesable? ¿Qué pasaría si mañana acabamos todos muertos? Decido no pensar en eso y centrarme en Finnick, centrarme en disfrutar. Finnick introduce lentamente sus manos por debajo de mi holgada camiseta y sus dedos rozan mis muslos. Está temblando así que le presiono las manos contra mi cuerpo, haciéndole ver que no me importa que me toque. Parece tranquilizarse un poco y sigue acariciándome poco a poco, hasta llegar a las caderas. Ahora soy yo la que está empezando a temblar. Al ombligo. Cada vez estoy menos convencida de poder hacerlo. Sus manos suben por las costillas hasta casi llegar al pecho. Una parte de mí no quiere que pare, pero otra no puede aguantar más. Sus labios siguen besándome, sus manos avanzando, pero yo me encuetro demasiado confusa. Tan confusa que me echo a llorar.

-Para. Por favor. -Él se aparta y se revuelve el pelo.- Lo siento.

-No tienes que disculparte. -Las manos me tiemblan y las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas a pesar de mis constantes intentos de detenerlas. Finnick apoya su mano en mi cara y me seca las lágrimas con el pulgar.

-Pensé que sería capaz de...

-No importa.

-Podríamos probar dentro de un tiempo, yo...

-No me importa, Less. De verdad, para mí no es importante.

-Mañana podríamos estar muertos.

-Eso no pasará.

-Pero es en lo que pienso constantemente. -Finnick me sujeta de la cintura y me atrae contra su pecho, abrazándome tan fuerte que duele. Me aferro a él como si fuera una cuestión de vida o muerte. Puede que lo sea, ya que si él muere, yo muero con él. Le necesito para vivir, tanto como necesito al aire que respiro.

-Deberías dormir un poco.

-No creo que ninguno podamos pegar ojo.

-Al menos inténtalo.

-Vale. -Me tumbo en la cama, pegada a la pared. Finnick se acomoda a mi lado pero sin tocarme, como si no quisiera hacerme sentir incómoda.- ¿Me abrazas?

-Ven aquí. -Me acerco a su cuerpo y apoyo mi cabeza en su pecho desnudo. Él me pone la mano izquierda en la cintura y me agarra la mía con la que tiene libre. Cierra los ojos, pero algo en su respiración me dice que sigue despierto.

Y así nos quedamos, fingiendo estar dormidos, inmóviles y en silencio para no despertar al otro. El latido de su corazón hace que me relaje, pero creo que ambos pasaremos esta noche sin dormir.