BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

lunes, 22 de octubre de 2012


DESTINO.


Cápitulo 1.

Tras más de dos horas caminando sigilosamente por el bosque, decido volver a casa, con las manos vacías, tal y como llevo haciendo todo el invierno. No necesito cazar para sustentarme, pero aún así, sigo odiando los días de invierno en los que me presento en mi casa sin carne fresca para la cena, pero como este invierno está siendo más frío de lo normal, casi nunca cazo nada, y nos alimentamos de la comida que compran mis padres, y que traen directamente desde el Capitolio.

Cuando llego al porche de mi casa en la Aldea de los Vencedores, llamo a la puerta y mi hermano River no tarda en aparecer.

-Llegas tarde, va a caerte una buena.- A pesar de que tiene solo ocho años es capaz de ponerme de los nervios solo con abrir la boca. - Y encima no traes nada... - No lo dejo acabar la frase, le aparto de un empujón, dejo la bolsa de caza vacía en la entrada y subo corriendo a mi habitación. A lo mejor si me meto en la cama y finjo encontrarme mal mi madre no se pondrá a gritarme como hace siempre.

Al llegar a mi habitación me quito la ropa y me pongo un pijama de lana, luego abro la cama y me hago un ovillo entre el edredón. La tranquilidad no dura mucho, en menos de dos minutos oigo como mi madre sube ruidosamente las escaleras y abre gritando la puerta de mi habitación.

-¿Se puede saber que te pasa ultimamente? Te pasas el día en el bosque y cuando llegas a casa no cenas con nosotros.

-Me encuentro algo mareada, nada más.- Desearía gritarla pero en su lugar mi voz no es más que un susurro, si quiero aparentar no sentirme bien no puedo liarme a dar voces como una loca.

-¿Y eso es excusa para empujar a tu hermano?- Lo sabía. El enano se ha chivado.

-Mira, mamá. Dejame en paz ¿quieres?

- No. No pienso dejarte en paz, vas a explicarme lo que te pasa y después bajarás a cenar con nosotros.- Odio cuando me agobia de esa manera, igual que odio que seamos tan iguales. Creo que por eso me llevo mejor con mi padre, fue él quién me enseñó a pintar y a cocinar. Cuando fui un poco más mayor, mi madre empezó a llevarme de caza, afición que ambas compartimos, pero a pesar de nuestras similitudes discutimos muchísimo, mi padre dice que es porque tenemos un carácter muy parecido.

-No tengo hambre.- Mentira, estoy que devoro, pero no quiero bajar, no después de la discusión de esta mañana.

-Leslie,- También la odio cuando me llama así.- Siento lo de esta mañana, no quería ponerme así, pero ya sabes que hay cosas...

-¡Solo quería consultar una duda! ¡No lo hice aposta!- Claro que no lo había hecho aposta, sé todo lo que significa para mi madre el libro de las plantas de su padre. Pero tenía una duda sobre cierta planta, al abrirlo se rompió una página. Por supuesto que no lo hice aposta.

-Less, sé que no lo has hecho aposta, pero siempre os digo que hay cosas que no podeis tocar. Mira, si quieres mañana lo arreglamos las dos juntas, despejamos todas tus dudas, y nos vamos de caza las dos.- Y aún la odio más cuando se arrepiente y me pide perdón por lo que ha hecho, me recuerda que es mi madre, que me quiere y que la quiero, y eso hace que nunca pueda seguir enfadada con ella después de una disculpa.

-Está bien. Aunque no se qué quieres cazar, con este frío todos los animales se han escondido.- Ya me siento algo mejor, incluso sonrío. Puede que ella tambíen me ponga de los nervios, pero hay veces que es la única que me entiende y disfruto mucho hablando con ella a solas.

-Eso es porque no sabes buscarlos.- Mi madre también se ríe, cosa que me encanta, ya que no tengo muchas ocasiones de verla reirse a carcajadas.-Vamos, River y tu padre nos están esperando.



Me desperté envuelta en un sudor frío, no de calor, si no de miedo. Aquella noche había tenido una pesadilla, de esas de las que no puedes despertar hasta que alguien te zarandea diciendo que es solo un sueño, en mi caso hubiera sido imposible. En ese aspecto no soy como mi madre, que grita y se mueve cada vez que tiene un mal sueño, -algo que sucede a menudo- yo por mi parte no me muevo, ni grito, me quedo paralizada toda la noche y me despierto sudando y sin recordar nada.

Levanto la persiana y descubro que está amaneciendo. Puede que sea el mejor momento para salir a cazar. Me levanto y me visto con mi ropa de caza, cojo de la despensa un pedazo de pan y algo de queso y me calzo las botas de caza en la entrada para no despertar a nadie. Cuando voy a salir por la puerta recuerdo que anoche le prometí a mi madre que iríamos a cazar juntas, pero como no puedo dejar pasar esta oportunidad para cazar -ya que con este frío puede que sea el único momento del día en el que los animales salgan- decido garabatearle una nota y dejársela en la mesa de la cocina.

No me equivoco, el alba es el momento del día favorito para los animales del bosque, así que para cuando ha amanecido por completo ya me he hecho con un par de conejos y un pavo silvertre. Me cuelgo el arco a la espalda, recolecto unas cuantas bayas y decido que ya es hora de volver, dispuesta a cazar al alba más a menudo. Miro el Sol, para saber la hora que es y me doy cuenta de que son casi las diez de la mañana, la hora a la que había quedado con mi madre en la roca de siempre. Empiezo a correr a toda velocidad, ya que la roca esta a una media hora de camino y mi madre se preocupa mucho cuando vengo sola al bosque, aunque sabe que no lo puedo evitar, no puedo evitar huir al bosque para evadirme de todo, ya que aquí solo estamos, mi presa, mi arco y yo. Definitivamente sí, soy igual que ella.

Para cuando llego al punto de encuentro con mi madre, sospecho que ya pasan de las diez y por supuesto, ella ya está allí. Me siento a su lado jadeando y compartimos la comida que ambas hemos traído.

-¿Cómo es que has venido tan pronto?- Me pregunta mientras mordisquea un panecillo con queso.

-No podía dormir. Además pensé que me resultaría más facil cazar si madrugaba.

-¿Y ha sido así?- No la contestó, en vez de eso le muestro orgullosa a mis tres presas.- Genial, hacía tiempo que me apetecía comer carne recién cazada.- Charlamos alegrmente mientras acabamos de almorzar. Después decidimos ir a la casita del lago a encender una hoguera y tomarnos un té hecho con agujas de pino. Estamos tan agusto las dos juntas, que decidimos quedarnos a comer. Mi madre despelleja nuestras presas mientras yo enciendo una hoguera. Despues de comer, nos quedamos un rato tumbadas, charlando sobre trampas, animales, y plantas comestibles.

A pesar de que ya es casi la hora de cenar, nos permitimos el lujo de entretenertos en una madriguera de conejos, mientras mi madre hace que los conejos salgan de su madriguera, yo, desde el otro lado me preparo para disparar, y no fallo, consigo acertar en el ojo de otros dos conejos más. Venir de caza con mi madre es genial, aprendo muchas cosas, como hoy por ejemplo, que me ha enseñado que en los días de frío es mejor buscar a las presas dentro de sus madrigueras.

Cuando llegamos a casa, River y mi padre están ya poniendo la mesa y les saludo con la mano mientras subo a cambiarme. Cuando bajo Haymich, el que fue mentor de mis padres en los juegos, entra por la puerta, cosa que no me sorprende ya que para la hora de la comida es puntual como un reloj.

-Hola familia.- Nos saluda mientras les sacude el pelo a mi hermano. -¿Qué hay para comer hoy, Peeta?

-A ti te da igual Haymich, vas a comertelo de todos modos ¿verdad?

-Muy gracioso.- Le contesta Haymich irónicamente.- En vez de panadero tendrías que haberte dedicado al circo, ¿no crees Katniss?- Añade mirando a mi madre.

- Por qué no os dejais de tonterías los dos y os sentais a comer. La comida está al caer. - Interviene mi madre mientras trae la bandeja donde los conejos que hemos cazado esta tarde se encuentran ya cocinados y rodeados de verduras como guarnición.

- ¿Qué pasa, preciosa? ¿No sabes cocinar otra cosa que no sea conejo?- Carcajea Haymich. Siempre me ha llamado mucho la atención la relación que tiene mi madre con su mentor. La mayoría de sus conversaciones se basan en bromas y comentarios sarcásticos por parte de él y contestaciones e insultos por parte de ella. Discuten como niños y yo me divierto contemplándolo.

-Si no te gusta ya sabes donde esta la puerta, Haymich.- Sentencia mi madre. El mentor levanta las manos, excusándose y se sienta a comer.

Al cabo de un par de minutos Haymich ya está bromeando con River como de costumbre mientras que yo me dispongo a atacar el suculento pavo. Mis padres aún no se han sentado y no paran de ir y venir de un sitio a otro, que si a por servilletas, que si a por agua, que si a por el vino para Haymich... Yo les ayudaría, pero ahora tengo tanta hambre que solo soy capaz de concentrarme en el enorme muslo que tengo en el plato. Cuando por fin estamos todos sentados a la mesa, Haymich para de hablar con mi hermano y mira seriamente a mis padres.

-Peeta, Katniss, os reclaman de nuevo en el Capitolio.

-¿Otra vez? ¿Qué quieren ahora? - Mi padre tiene razón, desde que tengo uso de razón mis padres no paran de ir y venir del Capitolio al menos unas cinco o seis veces al año.

-Nada importante. Solo estan preparando una programación especial con motivo del quince aniversario de la derrota al Capitolio. Quieren entrevistaros, tanto a vosotros como a otras personas, incluídos vencedores, que ayudaron a que la victoria rebelde fuera posible. Y creo que tambien quieran daros algo conmemorativo, una placa o algo así.

-¿Cúanto duraría el viaje, Haymich?- Esa es siempre la mayor preocupación de mi madre, cuanto tiempo tendremos que quedarnos a cargo de Haymich.

-Entre cuartro y siete días, al parecer en estos últimos meses han estado construyendo monumentos de todo tipo en memoria de las víctimas y les gustaría enseñaroslos uno por uno en una especie de recorrido por la ciudad.

-¿Y si nos negamos?

-Oh, vamos mamá.- Interrumpo yo.- Por una vez que os llaman para algo divertido, ¿os vais a negar?

-Less tiene razón, según me han contado, han decorado la ciudad y han grabado en la mansión presidencial los nombres de todos los caídos en los juegos. Hacedlo por ellos, será un gran homenaje.- Me apoya Haymich.

Noto en la cara de mi madre que se ha acordado de su experiencia en los juegos, probablemente de aquella niñita con la que se alió en los primeros en los que participó. No sé mucho sobre los juegos, pero tanto mi padre como mi madre me han contestado las pocas preguntas que les formulé cuando todavía no era consciente de el dolor que les producía recordar. Ahora, evito el tema con ellos, sé que no les gusta hablar sobre eso, pero River ya empieza con preguntas sueltas. Mis padres nunca se han negado a contestar ninguna de nuestras preguntas, por mucho que les costara contestar, y es algo que siempre les agradeceré, que nunca me hayan ocultado nada.

-Está bien.- Contesta al fin mi madre a la que dos gotas trasparentes la resbalan por las mejillas.- Por ellos.

-Así se habla, preciosa. No os preocupeis, yo cuidaré bien de los niños.- Concluye Haymich. Pero a mi no me hace ninguna gracia quedarme una semana entera con el mentor de mis padres, me cae bien, y tanto River como yo siempre le hemos tratado y querido como a un tío, pero yo ya no soy una niña, y quiero ir al Capitolio.

-Yo quiero ir.

-¿Al Capitolio? Estás de broma ¿no?- Está claro que no, que lo digo en serio, pero al parecer mi madre no esta por la labor de dejar que les acompañe en su viaje.

-¿Por qué no? Ya no soy una niña. Se muy bien lo que hago y no veo ningún motivo por el que no pueda ir al Capitolio.

-¿Para que quieres ir tú al Capitolio, Leslie?- Me ha vuelto a llamar por mi nombre completo, siempre lo hace cuando discutimos, normalmente soy yo la que me ablando, pero esta vez no será así. No pienso dejar que mi madre vuelva a salirse con la suya.

-¿Tiene que haber alguna razón? Es el centro de Panem, desde ahí se dirige el gobierno, habrá un montón de monumentos, ¿no te parece un viaje educativo?- No es esa la razón por la que quiero ir, la verdad, no hay ninguna razón, quiero ir y punto, tengo derecho.

-¿Ahora te preocupas por la educación? Leslie por favor, siempre estás intentando saltarte las clases para ir al bosque y ahora, ¿esperas que me crea que quieres ir al Capitolio para aprender?- Es cierto, hace días que no voy a clase. Prefiero escaparme al bosque, así no tengo que aguantar a los imbéciles de mis compañeros, ni las absurdas clases en las que no enseñan nada interesante, así que cada día soborno a River con una bolsa de caramelos para que no diga nada. Pero al parecer el muy traidor se ha chivado.

-Bueno, vale, no tengo ninguna razón por la que quiera ir al Capitolio. Pero tú tampoco la tienes para que yo no vaya.- Me levanto de la silla y apoyo las manos en la mesa.- Y tu papá, ¿qué piensas?

- Creo que... Bueno no pienso que haya inconveniente, pero tampoco creo que debas venir, al fin y al cabo, no harás nada interesante.- Entonces recuerdo lo que ha dicho Haymich, quieren entrevistar a los vencedores y a las personas que hayan servido de ayuda en la guerra.

-¿Qué me decís de Finnick, el hijo de Annie?-Hace más de cinco años que no le veo, pero mi madre y Annie son amigas y hablan por teléfono a menudo. Cuando éramos pequeños nos veíamos una o dos veces al mes, pero poco después de que yo cumpliera los ocho años, Annie cayó en una depresión y no volvimos a verlos, solo mi madre va a visitarla al Distrito 4 cada varios meses, pero de su hijo, un año mayor que yo, no se nada. -Su madre también es una vencedora y también la entrevistarán. Además el no puede quedarse con nadie, irá con ella. Haymich, ¿qué le parecería a Plutarch que los hijos de los vencedores también fueran entrevistados? Al fin y al cabo es la mejor manera de demostrar que habeis sido capaces de continuar vuestras vidas y habeis podido ser felices después de la guerra ¿no?

-Me parece una buena idea.- No pensé que me resultaría tan fácil convencer a Haymich.- Es más, si tus padres están dispuestos... puedo llamar a Plutarch ahora mismo.-Plutarch fue el cerebro de la rebelión de hace quince años, un Vigilante jefe que resultó ser uno de los rebeldes que ayudó a derrocar el Capitolio y que ahora se encarga de los programas de televisión más famosos del Capitolio.

Miro suplicante a mis padres, especialmente a mi madre, que me aguanta la mirada desfiante, pero esta vez no seré yo quién la aparte.

-De acuerdo, la harán la entrevista. Pero solo con una condición: Annie tiene que acceder a que Finnick tabién sea entrevistado.- Mi madre se levanta y se dirige hacia el teléfono, bajo la atenta mirada de todos los presentes. Mientras mi madre habla con Annie por teléfono yo disfruto observando como mi hermano River suplica a Haymich que se quede con él, porque no quiere ir al Capitolio. Sabía que mi hermano no querría ir, a él le encanta quedarse a solas con Haymich.

Cuando mi madre regresa, lo hace con una sonrrisita triunfante en la cara, me mira y me dice en tono victorioso:

-Dice que lo consultará con Finn. Me llamará mañana por la mañana, hasta entonces la respuesta sigue siendo no. Less, River, a la cama.- Mi hermano se despide de todos y sube obediente la escalera, conmigo no tendrán tanta suerte.

-Aún no tengo sueño.

-Vamos, Leslie. Mañana es lunes.

-¿Y?

-Tendrás que ir al colegio ¿no? ¿A caso no he mencionado que si quieres ir al Capitolio tendrás que ir a clase todos los días?

-No, no lo habias mencionado.

-Pues te lo menciono ahora, Leslie. A la cama. Ya.- Me despido de Haymich con la mano y le doy un beso a mi padre, luego subo y me acuesto. Tengo que procurar no enfadar a mi madre si quiero que me deje ir al Capitolio.

Cuando me despierto ya deben de ser casi las diez de la mañana. Me levanto y me meto a la ducha. Hoy no me apetece ir de caza, así que en lugar de mi ropa de caza habitual, me pongo unos vaqueros y un jersey de cuello alto. Bajo en calcetines hata la cocina y agarro una manzana, la doy un mordisco y saludo a mi padre, que charla con River en el salón.

-Buenos días, Less, ¿no llegas tarde a ningún sitio?- Pienso en la pregunta que acaba de formularme mi padre. Entonces me doy cuenta, había prometido a mi madre que iría al colegio, y ya son casi las diez y media de la mañana y sigo en casa.

-¿Qué hace River aquí?

-Tengo fiebre.- Me contesta mi hermano pequeño con voz algo ronca. Pongo los ojos en blanco y me calzo rápidamente unas botas, agarro mi mochila, -que solo contiene un cuaderno y un estuche- y salgo corriendo de mi casa.

No tardo ni un minuto en cruzar la Aldea de los Vencedores, y para cuando llego a la escuela, solo pasan dos o tres minutos de las diez y media. Golpeo la puerta de mi clase y entro. La profesora, que tiene cierto parecido a un pájaro, me mira fijamente, supongo que no esperaba verme otra vez, ya que, si mis cálculos no fallan, llevo más de una semana sin venir a clase.

-Leslie Primrose Mellark, no pensé que volveríamos a verte.- Me saluda sin dejar de mirarme a los ojos y sin la mínima muestra de entusiasmo. Si odio a mi madre cuando me llama Leslie, lo de esta mujer lo supera, Leslie Primrose. Sé que es mi nombre, que me lo pusieron por mi tía, pero no le cuesta nada acortarlo un poco.

-He... Estado enferma. Gripe.- Improviso. Sé que no me cree, así que me siento al fondo de la clase y me pongo a dibijar. Consigo abstraerme de las clases durante un rato, pero la voz chillona de mi profesora me saca de pronto de mis pensamientos sobre como sombrear una manzana.

-Leslie Primrose, a la pizarra. Examen oral. - Lo único que se me ocurre en este momento es maldecir todos y cada uno de los ancestros de mi prefesora, pero afortunadamente, la suerte está hoy de mi parte, y el timbre que indica el cambio de clase empieza a sonar. En los cambios de clase, todo el mundo aprovecha para ir al baño, así que no me resulta difícil coger mis cosas y escaquearme.

Me voy corriendo al bosque y saco mi arco y mi carcaj del tronco hueco de un árbol cercano a la verja. No voy a cazar nada, ya que eso delataría que he estado en el bosque, pero siempre lo llevo encima, por si tengo que utilizarlo en defensa propia. Tengo que estar de vuelta en tres horas, justo a la hora que acaban las clases. Hoy no tengo que recoger a River, así que no pasará nada si me retraso un poco. Decido que lo mejor será ir a la casita del lago a prepararme un té arropada por alguna de las pieles que guardamos allí. Por el camino, recogo algunas bayas, agujas de pino y hojas de menta. Mastico la menta hasta que llego al lago, donde pongo a calentar algo de agua con las agujas de pino mientras me como las bayas y me arropo con un par de pieles hasta que el té está listo. Cuando me dispongo a salir de la pequeña cabaña, me aseguro de que he dejado todo tal y como estaba, no puedo dejar pistas de que he estado aquí, ya que mi madre pasa por aquí a menudo. Cuando llego a casa, lo hago justo a la hora de comer, así que nadie sospecha nada y todo el mundo cree que llevo en la escuela toda la mañana.

Tras saludar a todo el mundo, subo a cambiarme de ropa, y a peinarme un poco. Me pongo unos vaqueros y una sudadera vieja y me hago una trenza. Cuando bajo ayudo a mis padres a poner la mesa y me ofrezco voluntaria para ir a buscar a Haymich a su casa. Llamo al timbre pero no contesta, así que utilizo la copia de la llave que tenemos para las emergencias. Al entrar a su casa un hedor a licor blanco se avalanza sobre mi, es tan fuerte que me provoca nauseas, y ahí le veo, dormido sobre la mesa de la cocina con un cuchillo en la mano. Se lo quito y le despierto, él suelta un gemido y se niega a levantarse.

-Tú verás, Haymich. Luego no te quejes de que no te he avisado para comer.- Salgo de su casa y aviso a mis padres de que Haymich no vendrá hoy.

-¿Has hablado con Annie, mamá?- No tardo mucho en sacar el tema, necesito saber cuanto antes si voy a ir o no al Capitolio.

- Sí, Less. Me ha llamado mientras estabas en la escuela. No le hace mucha gracia que Finnick pase a ser un rostro púbico. La verdad, opino igual que ella.

-Entonces...

-También me ha dicho que a Finnick le hace mucha ilusión representar a su padre ante todo Panem. Un trato es un trato, puedes venir al Capitolio.- Me gustaría dar saltos de alegría, pero tengo que demostrar que no soy una niña, así que me levanto y abrazo a mis padres.

-Gracias, gracias, gracias.

-No hay porque darlas, has cumplido tu parte del trato y has ido al colegio, sé que has llegado tarde, pero al menos has ido.- Se supone que ahora tendría que sentirme tan culpable como para confesarles que me escaqueé de las clases en cuanto pude. Pero no es así, me siento mejor que nunca y no pienso delatarme después de todas las molestias que me he tomado para que no me descubran.

Cuando acabamos de comer, me siento en el salón a dibujar con mi padre. Me encanta pasar tiempo con él, me enseña todo lo que sabe sobre pintura y yo escucho atentamente para no perderme nada. Mientras, mi madre juega con River en su habitación, que al parecer a empeorado y no puede salir de la cama así que los tres nos turnamos para entretener al pequeño de la casa. Esta es una de esas tardes de invierno en las que toda la familia nos quedamos en casa tranquilamente, delande de la hoguera. Justo cuando mi padre termina de explicarme un truco para pintar los rayos de Sol, llaman a la puerta, pero en vez de llamar al timbre como haría cualquier persona, quien quiera que esté al otro lado se dedica a golpear la puerta como un energúmeno. Mi padre de levanta para abrir y me dice que no me mueva.

-Pasa, no sabía que eras tú.- Mi padre se aparta para dejar pasar a un Haymich bastante tocado por el alchol.

-Me han llamado del Capitolio.- Oh no. No me digas que después de todo lo que he hecho se va a cancelar el viaje.

-¿Pasa algo, Haymich?- Mi padre me quita las palabras de la boca.

-No, nada. Solo quieren adelantar el viaje. Saldreis mañana por la mañana.- Estoy tan emocionada que me salgo de mis casillas, no se porqué tengo tanto interés por ir a la capital de Panem, dondo disfrutaban viendo como niños inocentes luchaban a muerte en la arena, y donde murió mi tía Prim, pero sin duda que adelanten el viaje es para mí una noticia genial.

-¿Por qué querría el Capitolio adelantar todo una semana?

-Peeta, tengo que hablar con vosotros... a solas. Llama a Katniss.- No se que traman pero sinceramente me da igual, agarro mis materiales de pintura y subo a mi habitación. Una vez allí preparo una pequeña maleta -aunque sé que allí tendré toda la ropa que neesite- y me voy a ver que tal está River.

-¿Qué tal, enano?- Le digo revolviéndole los rizos rubios que le caen sobre la cara.

-Mejor. ¿Y tú? Pareces contenta.- Tiene razón, la medicacíon está haciendo su efecto y tiene mejor cara.

-Lo estoy. El viaje se a adelantado, me voy mañana.

-No se porque tienes tanto interés en ir al Capitolio. ¿A caso piensas encontrar algo?

-No se trata de encontrar nada, River. Yo me lo tomo como unas vacaciones.

-Ah.

-Por cierto... tú y yo tenemos algo pendiente.- No pienso irme al Capitolio sin saldar esta cuenta.

-¿El qué?

-¿Cómo sabía mamá que me saltaba las clases? Quedamos en que no dirías nada si yo te compraba los caramelos.

-Less, lo siento se me escapó. Le dije que no te dijera nada.

-¿Se te escapó? Pues ahora te vas a enterar- Mi hermano y yo nos enzarzamos en una lucha de cosquillas, de la que por supuesto, salgo victoriosa. Cuándo llega mi madre para avisarnos de la hora de cenar, estoy agotada, porque que siempre le gane, no quiere decir que River no me lo ponga dificil.

Cuando River y yo bajamos a cenar, la mesa ya está puesta, y la comida servida. Haymich y nuestros padres nos esperan para empezar a cenar, todo parece normal, pero mi madre tiene una cara de preocupación que no es demasiado habitual en ella. Mi hermano y yo nos sentamos a la mesa y todos empezamos a cenar.

-Mamá, ¿te pasa algo?- La pregunto mientras enfrío el caldo que tengo delante.

-No, nada. Less, mañana saldremos temprano, el tren pasará a recogernos a las siete. Annie y Finnick ya iran en él cuando pare a recogernos.

-Vale.- El resto de la cena transcurre en silencio, a excepción de algunas bromas entre Haymich y mi hermano. Soy la primera en acabar así que me levanto y recojo mi plato, me despido de todo el mundo y me voy a la cama. Mañana será un gran día.

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