BIENVENIDOS!

Este blog está dedicado a todos los tributos que se quedaron con ganas de más al acabarse ''Sinsajo''. Aquí iré subiendo los capítulos de esta continuación hecha por mí llamada: DESTINO.
Esta historia está contada desde el punto de vista de Leslie Primrose, la hija de Katniss Everdeen y Peeta Mellark y narra como tuvo que afrontar su destino y convertirse en el nuevo Sinsajo, siguiendo así los pasos de su madre.
Sé que Suzanne dijo al final de Sinsajo, que Katniss y Peeta tardaron 15 años en tener hijos, pero he tenido que cambiarlo ya que necesitaba que tuvieran unas edades concretas.

PD:Los capítulos, son bastante largos (de unos 10 folios DinA4 cada uno) por lo que los iré subiendo poco a poco. Podeis contactar conmigo a través de mi twitter @LydiaMartnez. GRACIAS POR LEER ;)

sábado, 13 de abril de 2013

CAPÍTULO 12: 

Después de que me echaran de la sala de mando, decidí acompañar a Finnick a su entrenamiento, ya que, según mi horario, tengo que presentarme de nuevo en mando dentro de diez minutos, por lo que me salto el entrenamiento de hoy.

-Entonces, ¿ese tal Gale ha venido desde el 2?

-No estoy segura, no me dió tiempo de escuchar demasiado antes de que Haymitch me sacara a empujones, pero creo que sí.

-¿Por qué crees que está aquí?

-Ni idea. Lo más lógico es que venga a unirse al ejército, ¿no?

-No lo sé, eres tú la que le conoce.

-Yo no le conozco, mi madre no me habló casi nunca de él, excepto para contarme que fueron compañeros de caza y que después de la guerra encontró un trabajo en el 2.

-Y que fue el que diseñó la bomba que mató a tu tía. -Añade él.

-Sí. Aunque no sé exactamente si mi madre le culpa o no. -Llegamos a la Sala de Entrenamiento y le doy a Finnick un beso de despedida.

-¿Qué harás en mando? Acaban de echarte.

-Seguro que no querían que supiera lo que está pasando con Gale, supongo que ya habrán terminado y empezarán a trabajar conmigo. ¿No te acuerdas que Haymitch quería empezar cuando antes?

-En cualquier caso, buena suerte.

-Igualmente. -Y emprendo de nuevo mi camino hacia la sala de mando.

Cuando llego me encuentro con Plutarch, Haymitch, mi madre, sus tres estilistas y con una mujer de mediana edad que se presenta como Fulvia, la presidenta del Distrito 13. Tomo asiento fente a Haymitch y cruzo los brazos sobre la mesa.

-Bien, Less, ¿tienes idea de para lo que estamos aquí?

-Viéndoles a ellos, -señalo a los estilistas- supongo que para ponerme guapa, ¿no?

-Podría decirse así. -Hace una pausa y se inclina sobre la mesa, mirándome fijamente a los ojos.- Vamos a decidir qué aspecto tendrás ahí fuera.

-Creí que iba a una guerra, no a un pase de modelos. -Haymitch me dedica una mirada un tanto exasperada y después se gira hacia mi madre.

-Tenía que ser tan encantadora como tú, ¿verdad? -Mi madre y yo nos enviamos miradas de complicidad e intercambiamos unas breves sonrisas.- Bueno, al grano. Tienes razón, Less, vas a la guerra, pero si quieres que la gente se fije en ti tendrás que llamar la atención, ¿no crees?

-Creo que lo que menos falta la hace es llamar la atención. -Interviene mi madre, no muy educadamente.- Creía que habíamos acordado que se pondría mi traje de Sinsajo.

-¿Se puede saber, preciosa, que te pondrás tú si la cedes tu traje?

-Yo puedo apañármelas con un traje normal. Dadle a ella mi traje, lleva más protecciones.

-Entonces, ¿es lo que haremos? Presentar a la niña como una ''mini-Katniss''? -Se une Fulvia.- No me parece mala idea. Podemos vestirlas con trajes exactamente iguales y mostrarlas juntas en todo momento.

-Lo que queremos conseguir no es eso, sino un Sinsajo completamente nuevo, ¿me seguís?

-Tal vez la idea de crear desde cero otro Sinsajo no es la más adecuada, Haymitch. No si tenemos en cuenta la velocidad a la que avanzan los rebeldes. -Interviene Plutach por primera vez. Haymitch, harto, se pone en pie y se lleva las manos a la cabeza. Yo no puedo evitar soltar una risita.

-¿No se supone que habíamos quedado en moldear un nuevo símbolo de rebelión? ¿Con un nuevo rostro y una nueva personalidad?

-Sí pero no hay tiempo Haymitch, trabajamos contra reloj, los rebeldes casi se han hecho con el 5 y si se hacen también con el 6... Estaremos predidos.

-¿Por qué? ¿Qué hay en el 6? -Pregunto sintiéndome un poco avergonzada, ya que todo el mundo parece mirarme como si fuera idiota.

-El 6 se encarga del transporte de todo Panem. No hay tanques ni aviones militares pero sí están todos los trenes que comunican los distritos. Si se hacen con él, se acabarán las evacuaciones. ¿Tienes idea de la cantidad de gente inocente que morirá si eso ocurre?

-Haymitch, Plutarch tiene razón, no hay tiempo.- Insiste Fulvia.

-Está bien, haced lo que querais, ¿qué teneis pensado?

-Tal vez podríamos presentarla de la misma forma que presentamos a Katniss hace quince años. Rebelde, furiosa, y con un toque de salvajismo. Como una persona que ha sufrido mucho y que quiere venganza.

-Less no es así. -Interviene mi madre.

-No hace falta que lo sea. Nos vale con que actúe como tal.

-Pero no tiene sentido, ella nunca ha pasado hambre, no ha participado en los juegos, no ha vivido una guerra.

-¿Qué enfoque sugieres que le demos a tu hija entonces, Katniss?

-No lo sé. Ni si quiera estoy de acuerdo con lo que estáis haciendo.

-¿Y si moldeamos su imagen para que parezca la de una niña a la que la han arrebatado su adolescencia? No es tan trágico como lo que propote Fulvia pero sí lo suficiente como para causar impresión. -Esta vez es Octavia la que interviene, por primera vez en lo que llevamos de reunión.

-Me gusta. -Opina Plutarch.

-Y a mí. -Apoya Fulvia.

-Genial. ¿Tú que opinas, preciosa? -Pregunta Haymitch mirando a mi madre con una sonrisita.

-Vale. Pero pienso que Less es la que debe decidir.

-A mí me vale, supongo. -Contesto, no muy convencida.

-Entonces manos a la obra. -Sentencia Haymitch.- Less, ve con los estilistas a probarte el traje de tu madre mientras nosotros trabajamos en un bonito discurso, ¿de acuerdo? -Los extravagantes estilistas se levantan y me hacen gestos para que les siga, lo hago.

Por el camino, el estilista de tirabuzones naranjas se presenta como Flavius, y la mujer de la melena azul y algo más mayor que sus compañeros, como Venia. Flavius, Venia y Octavia me llevan a un compartimento donde tienen todo un arsenal de productos de belleza, en el que me dejan en ropa interior y me visten con un traje negro que va del cuello a los tobillos y con un par de botas a juego. El conjunto es algo ajustado y pesado, auque muy cómodo al mismo tiempo. Noto todas las protecciones a las que se refería mi madre: chaleco antibalas incorporado, rodilleras y protecciones en los codos. La capucha lleva incorporado un casco, de manera que me lo puedo quitar fácilmente cuando quiera y, por el peso de las botas, deduzco que llevan las punteras de acero. Me giro para mirarme al espejo, pero Ocavia no me lo permite.

-Deja que acabemos nuestro trabajo. -Me dice.

Me sientan en un taburete, de espaldas al único espejo de la habitación, y me deshacen la despeinada trenza oscura que cuelga por mi espalda. Octavia me desenrreda mientras los otros dos discuten a cerca del maquillaje.

-¿Cómo es que estáis aquí? -Pregunto. Flavius, que hasta ahora me daba la espalda, de gira y posa sus ojos marrones sobre los míos y me muestra una sonrisita burlona.

-Que seamos del Capitolio no quiere decir que estemos de acuerdo con los rebeldes, niña.

-Lo siento, pensé que...

-No importa.

Nadie vuelve a hablar si no es para dar instrucciones a otro. Octavia me ha cortado un poco las puntas y me ha hecho una trenza nueva, esta vez baja de la parte izquierda de mi cabeza y cae por mi hombro derecho. Los tres estilistas se paran a admirar el trabajo de Octavia hasta que Venia pregunta:

-¿Qué haremos con el maquillaje?

-Pienso que no deberíamos abusar demasiado.

-Lo sé, pero mira que granos. ¿Los dejamos tal cual? -Me parece que Venia está exagerando, ya que los únicos granos que tengo son unos cuantos granitos, típicos de la pubertad. Afortunadamente, Octavia parece darse cuenta.

-Creo que será lo mejor, ya has oído lo que han dicho en mando, tenemos que hacer que parezca una adolescente, ¿qué hay más propio de la adolescencia que unos pocos granitos?

-Entonces, ¿no la maquillamos?

-Tengo una idea. -Interviene Flavius, y se avalanza sobre mí, moviendo sus herramientas de maquillaje a toda velocidad. -Cierra los ojos, Leslie.

Acerca la brocha a mi párpados cerrados y comienzá a dar suaves toques. Cuando abro los ojos, Flavius ya está centrado en mis mejillas, cosa que parece frustrarle un poco, ya que el yeso que tengo sobre la nariz no le deja trabajar. Deja la brocha sobre la mesa donde están apoyados todos los productos cosméticos y coje un pequeño tuvo. Extiende por mis labios un pegote de esa especie de crema y al instante noto la diferencia, incluso estando de espaldas al espejo: mis labios ya no son tan carnosos como antes, más bien están secos y puede que incluso algo cortados.

-Bueno, creo que ya está. Puedes mirarte. Por supuesto, quedará mucho mejor cuando se te arregle la nariz. -Me levanto de la silla y me giro para encontrarme con el reflejo de una persona que no parece corresponder conmigo, es más, este reflejo es sorprendente y espeluznantemente parecido al de mi madre.

Examino detalle a detalle todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Las botas negras, duras, pesadas y cómodas, más parecidas a las que suelo usar cuando voy de caza a las que llevan los militares. El traje, tan negro como el carbón y algo ajustado, aunque me permite una perfecta movilidad, no solo es cómodo, sino bonito. Al ser de color negro, estiliza bastante mi figura e incluso hace que parecer que tengo más pecho. Las mangas llegan hasta por debajo del codo, así que dejan ver los arañazos que Alice me hizo en los antebrazos y la pulsera que Finnick me regaló. La preciosa trenza de Octavia cae suavemente por mi hombro derecho hasta debajo del pecho. Pero lo más sorprendente es, sin duda, mi cara: Flavius no ha abusado para nada del maquillaje, sino que ha aplicado algunas sombras más oscuras alrededor de mis ojos, haciendo que parezcan ojeras, y en mis mejillas, haciéndolas parecer más huecas de lo que son. Los labios, como esperaba, parecen estar dañados y muchos más pálidos que habitualmente. El enyesado de mi nariz y los arañazos de los brazos parecen encajar a la perfección con el estilismo, ya que hacen parecer que me recupero de lesiones que he sufrido en la batalla.

-Creo que deberías quitarte la pulsera. -Sugiere Venia.- No concuerda demasiado con el aspecto que queremos darte.

-No. No pienso quitármela. -A través del espejo distingo una mueca de discordia, pero no dice nada. Vuelvo a centrarme en mi reflejo, que me devuelve una mirada sorprendentemente mortífera.

-¿Qué te parece? -Pregunta Flavius.

-Me gusta. -Admito.- Aunque no me parezco mucho a mí.

-Eres igual que tu madre, Less. -Reconoce Octavia.- Sois como dos gotas de agua.

-Sí pero tiene los ojos de su padre. -Aporta Venia.

-Lo sé, pero mírala, vestida con el traje de Katniss resultan ser prácticamente idénticas. -No estoy del todo de acuerdo con Octavia. Es cierto que me parezco mucho a mi madre, pero no somo iguales, ella tiene una expresión distinta en los ojos, como si estuvieran sumergidos en una constante pena. Sus facciones son más angulosas que las mías, yo soy ya algunos centímetros más alta que ella y no estoy tan delgada. Y luego está la evidente diferencia, la que todo el mundo nota: mis ojos no son de ese tono gris tan usual de la Veta, sino de un azul turquesa, como los de mi padre.

-Estás genial, Leslie. -Sentencia Flavius.- Debríamos llamar a Fulvia para que te eche un vistazo. Octavia, ¿te importa ir a buscarla?

 

-¿Seguro que deberías entrenar? Te recuerdo que tu nariz está rota.

-No entiendo qué tiene que ver la nariz para lo que estamos haciendo. -Finnick y yo nos encontramos en la Sala de Entrenamiento con Angelina, Jeff y Kyle, esperando a que nos llegue el turno de recorrer el circuito de obstáculos que la Teniente Farrow y el Sargento Backus han preparado para nosotros.- Además, será mejor que esté en forma para cuando vaya a la guerra, ¿no?

-¿Cuándo te irás?- Me pregunta Angelina.

-Ni idea. Ni si quiera nos han dicho en qué consistirá nuestra misión.

-Espero que no sea antes del mes que viene, así yo también podré ir.

-¿Y qué clase de ayuda puedes aportar tú en el campo de batalla, Angelina? -Bromea Jeff, mostrándola una adorable sonrisa.

-Yo no perdí en el combate cuerpo a cuerpo. -Le responde ella, alzando una ceja.

-No fue mi culpa. Finnick hizo trampas.

-Sabes perfectamente que eso es mentira. -Se une él.- Te gané limpiamente, es más, de haberlo querido te hubiera tumbado desde el principio, solo quería darle algo de emoción. -Todos reímos. Estoy feliz de haberlos conocido, así que intento disfrutar al máximo ya que, a pesar de haberlos conocido hace poco, son lo más parecido que he tenido nunca a unos amigos. Además, Kyle y Jeff también irán a la guerra, y Angelina cuando cumpla los quince, así que procuro aprovechar al máximo estos momentos en los que todos somos felices.

-Avner. -Nombra la Teniente Farrow, y Jeff se prepara para abordar el circuito.

Cuando la entrenadora da la señar, Jeff sale corriendo y atraviesta con facilidad en camino de ruedas que han colocado en el suelo. Después, se arrastra por debajo de una red, trepa por una cuerda hasta llegar al otro lado de un muro, derriba a las siluetas enemigas de cartón y escala una red. Cuando llega al final del circuito, todos estamos seguros de que ha conseguido uno de los mejores tiempos hasta ahora.

Uno a uno, mis compañeros van superando el circuito, atascándose sobre todo en las partes de escalada, donde yo no tendré problema. Cuando por fin la entrenadora grita mi nombre, me coloco en la salida y me preparo para empezar. La parte de las ruedas no es excesivamente difícil, aunque hay un momento en el que casi tropiezo. Me arrastro hasta el final de la red con bastante facilidad y llego a la cuerda. Es más difícil que trepar árboles, pero no tardo ni diez segundos en llegar a la parte de arriba y saltar al otro lado del muro. Las siluetas enemigas las derribo todas de un disparo (resulto ser bastante buena con el fusil) y la red tampoco me resulta demasiado complicada.

-Mellark, 25'02 segundos, no está nada mal. -Anuncia la Teniente Farrow. Estoy contenta, he superado a Kyle y Angelina, aunque Jeff y Finnick han sido más rápidos.

 

Y así pasan los días, y más tarde, las semanas. Asisto a clase de estrategia cada día durante dos horas, y a entrenamiento, durante siete. También me reclaman en mando dos o tres veces a la semana para preparar mis apariciones en público, ahora que me han quitado el yeso de la nariz, mi aspecto con el traje parece mucho más mortífero, aunque no he tenido ocasión de enseñárselo a nadie que no fueran mis estilistas, Fulvia, Haymitch o Plutarch. Me hubieran llamado más veces, pero mi madre insistía en que lo más importante era mi entrenamiento. Yo intento concentrarme al máximo, tanto con las clases como entrenando y, al cabo de unas semanas, me convierto en una de las más avanzadas de mi curso, junto con Jeff y Finnick, que siguen siendo el orgullo de todos los instructores. Como si las siete horas diarias no fueran suficiente, mi madre me obliga a practicar en el campo de tiro cada vez que tengo tiempo. Esos pocos minutos me sirven para relajarme, puede que los objetivos no sean más que siluetas enemigas y que no estemos rodeadas de árboles, disfrutando del puro aroma a bosque, pero disparar con mi madre siempre me ha ayudado a evadirme, por raro que parezca. Todo esto, hace que mi tiempo libre se reduzca hasta casi desaparecer por completo, y prácticamente no hablo con Finnick en ningún momento que no sea durante los entrenamientos o las comidas, lo que me fastidia bastante, ya que ambos iremos a la guerra dentro de poco y me gustaría pasar muchísimo más tiempo con él. También echo de menos a River, aunque al menos a él, puedo dedicarle la hora diaria de reflexión. Respecto a mis padres, todo sigue más o menos igual, aunque ya no paso tanto tiempo con mi padre como me gustaría. También he estado pensando bastante en la razón por la que está Gale aquí aunque, afortunadamente, mis preguntas no tardaron demasiado en responderse ya que mi madré me lo confesó todo dos días después de su aparición. Durante la reunión de la que me expulsaron, estuvieron discutiendo a cerca de que Gale se conviertiera en el jefe de escuadrón en el que me colocarían a mí, mi madre no estuvo de acuerdo y tuvo una gran disputa con Haymitch (hasta el punto de dejar de hablarle durante tres días) ya que ella no estaba dispuesta a ''dejar mi vida es sus manos''. Finalmente todo se arregló y mi madre ya se habla con Haymitch, aunque yo no he vuelto a tener noticias sobre Gale o el escuadrón en el que me colocarán.

El tiempo avanza rutinaria mente hasta que una tarde me reclaman en mando, nada fuera de lo común. Lo raro es que cuando llego allí, me encuentro con personas a las que no espero ver: Angelina, Kyle, Jeff, Finnick, Gale y otros dos hombres de unos cuarenta años a los que no conozco, además de las habituales caras de Haymitch, Plutarch, Fulvia y mi madre. Tomo asiento en el único sitio libre que queda, entre Haymitch y Kyle. Miro de reojo a Finnick, que está a tres asientos de mí, y a mi madre, a la que tengo justo en frente.

-Bien, ya estamos todos. -Nos recibe Fulvia.- Hoy os comunicaremos vuestra misión en la guerra. Partiréis dentro de dos días, y seréis llevados al Distrito 6, donde tendréis que rescatar a Redmond, uno de nuestros espías que, al parecer, escuchó una conversación de vital importancia justo antes de ser capturado por los rebeldes.

-¿Para qué necesitas que vayamos tantas personas? Al fin y al cabo, es una misión de rescate. -Pregunta uno de los hombres que no conozco.

-Que sea una misión de rescate no quiere decir que más fácil que tender una emboscada o cualquier otra cosa. Más bien todo lo contrario. -Contesta Haymitch.

-Exacto. No debéis subestimar la misión, ya que los rebeldes tienen retenido a Redmond en el Edificio de Justicia y le han puesto mucha vigilancia. Sospechamos que le mantienen con vida para sacarle información. -Añade Plutcharch.- Hemos pensado que lo mejor es que dos de vosotros les observéis durante un par de días antes de entrar en acción, fijándoos en todos los detalles que os puedan ser útiles, como los cambios de guardia. Los demás podréis ayudar al resto de las tropas a resistir al ataque rebelde, no queremos que os arriesguéis a perder a un miembro del escuadrón antes de tiempo, pero no estará de más si os cargáis a unos cuantos rebeldes. Katniss y Less grabarán algunas propos con el equipo de grabación mientras todo esto ocurre. ¿Alguna pregunta?

-Sí. -Interviene el otro hombre.- Si la misión es tan complicada como decís, ¿por qué enviáis un a grupo de críos en vez a militares más experimentados?

-El escuadrón 682 está formado por gente con talento para la estrategia, escurridiza y fuerte al mismo tiempo, y estos ''críos'' son los mejores de su curso. -Me paro a pensar en la respuesta de Haymitch. Es verdad que somos los mejores de nuestro curso, puede que sin contar a Alice, pero no creo que confíen demasiado en ella. Definitivamente sí, encajamos con la definición de Haymitch.

-No lo niego, pero pienso que sería mejor si envíais a un grupo formado por gente como Hawthorne, Harries o yo, que llevamos años dedicándonos a esto.

-Lástima que no seas tú el que toma esas decisiones. -Sentencia Fulvia.- Si no hay más preguntas, podéis iros, pero recordad que pasado mañana nos reuniremos aquí a las cinco de la mañana. Hasta entonces, tenéis permiso para faltar a los entrenamientos.

Todos nos levantamos y salimos de la sala. La mayoría avanza muy deprisa, pero yo no tengo prisa, así que me quedo atrás hasta que Finnick me alcanza.

-Bueno, por fin llegó el momento, ¿no? -En su tono de voz no hay ni la más mínima muestra de entusiasmo.

-Supongo. -Le contesto, también algo preocupada.

-Tendría que ir a hablar con mi madre. No había conseguido hacerse a la idea de que fuera a luchar a la guerra, y ahora que el día está tan cerca... No sé que tal se lo tomará.

-Buena suerte, entonces.

-Sí, gracias. La necesitaré. -Me lanza una última mirada antes de perderse en el largo pasillo. Justo cuando la silueta de Finnick dobla la esquina, aparece mi madre.

-Llegó la hora. Creo que deberíamos hablar con papá y River, ya es hora de que tu hermano sepa lo que está pasando.

-Vale. -Intento sonar indiferente, pero mi madre es la persona que mejor me conoce en todo el mundo y no pasa ni un segundo antes de que se dé cuenta de que no estoy bien.

-Leslie, sé que que es duro. Sabes que no tienes que hacer esto.

-Sí, tengo que hacerlo. Decepcionaré a todo el mundo si no lo hago. -Ella me mira a los ojos y frunce los labios hasta que no son más que una fina línea.

-Sé que lo harás, eres demasiado valiente para abandonar. Solo prométeme una cosa: hazlo por ti, no por los demás.

-No decidí aceptar pensando en los demás.

-Entonces, ¿qué te pasa? -Dudo un poco antes de contestar.

-Llevo semanas esperando este momento, y ahora que lo tengo a la vuelta de la esquina... Tengo miedo. -Mi madre me abraza fuertemente y apoya su barbilla en mi hombro.

-Es normal, pero te prometo que no te pasará nada. Estaré a tu lado, Less.

-Eso es precisamente de lo que tengo miedo. No quiero que la gente muera por mí.-Vuelve a fruncir los labios, esta vez el gesto va acompañado de una mirada de preocupación. En caso de que sea necesario, mi madre es una de las personas que no dudaría en dar su vida por mí.

-No pienses en eso. -Me dice al fin.- Ya son más de las seis, no querrás perderte la hora de reflexión.

El camino a nuestro compartimento transcurre en silencio, y cuando llegamos, ambas nos tomamos un par de segundos para respirar hondo antes de abrir la puerta. La imagen de mi padre y mi hermano sentados en el suelo y jugando alegremente me golpea en la cara como si fuera una bofetada. No por el hecho de que lo estén pasando bien, sino porque puede que sea una de las últimas oportunidades que tenga para verlos así. Mi primera reacción es sentarme rápidamente junto a River, él no parece darse cuenta de que no estoy pasando unos mis mejores momentos, pero mi padre si lo hace y mira a mi madre buscando una respuesta, ella niega con la cabeza y se une a nosotros, no sin antes darle un corto beso a mi padre. Pasamos unos cuantos minutos jugando en familia durante los cuales todos fingimos no darnos cuenta de la evidente rigidez del ambiente, hasta el punto de que hasta River se percata de la gran cantidad de tensión.

-¿Qué os pasa a todos? ¿Estáis tristes? -Mis padres se miran entre ellos, probablemente pensando en si decirle ya a River lo que está pasando. Finalmente, es mi madre la que contesta, abrazando a mi hermano por los hombros.

-Verás, cariño, hay una razón por la que nos hemos mudado aquí tan rápido. -Se toma unos segundos antes de continuar.- Ahí fuera hay una guerra, pero no te preocupes, aquí estamos todos a salvo.

-¿Una guerra? Pero esta vez no vas a luchar tú, ¿verdad?

-River, te prometo que no me pasará nada.

-Pero no puedes ir. Ya fuiste la otra vez.

-Lo sé, cielo, pero no puedo hacer nada. Estaré aquí antes de que te des cuenta.

-Mamá, yo no quiero que te vayas. -La última palabra la pronuncia con lágrimas en los ojos, lo que hace que a mí también me den ganas de echarme a llorar. Mis padres parecen compartir mis sentimientos, aunque los ocultan mejor que yo. Mi madre le da un beso en la frente y le muestra una sonrisa triste.

-Serán solo unos días, además, Less me acompañará. Nos cuidaremos la una a la otra.

-¿Less también va? -Asiento.

-Sí pero no tienes que preocuparte. Tú te quedarás aquí con papá y Haymitch, seguro que os lo pasáis en grande.

 

Durante la cena reina un ambiente de tristeza. No solo River está triste, sino que a Annie se la ve francamente mal. Interrogo a Finnick con la mirada, queriendo saber qué tal le ha ido con su madre, aunque sin obtener respuesta clara, ya que él se encoge de hombros mientras marea su puré de verduras con la cuchara. Le cojo la mano que tiene apoyada encima de la mesa para transmitirle seguridad, aunque no creo que haya funcionado, ya que la mano me tiembla demasiado. Dedico el resto de la cena a pensar cómo se habrán tomado la noticia las familas de mis amigos. Jeff no tiene padres, su única familia es su hermana pequeña, que tiene más o menos la edad de River, así que no tengo ni idea de qué pasará con esa niña cuando Jeff se marche. Angelina ya había avisado a su madre y a su abuela de que quería luchar, pero pienso que para una madre es igual de duro ver a tu hija marchar a la guerra, tanto si te ha avisado antes como si no. Kyle, por su parte, no había dicho nada a sus padres ni a su tío, es hijo único, lo que, supongo, empeora las cosas.

A la hora de regresar a nuestros respectivos compartimentos, ni si quiera me despido de Finnick. Lo único que quiero es darme una ducha rápida y meterme a la cama lo antes posible. Después de ducharme, peinarme y lavarme los dientes, me acuesto con la enorme camiseta gris como pijama e intento conciliar el sueño, pero me es imposible, ya que lo único en lo que puedo pensar es en que mañana será mi último día en el Distrito 13 antes de adentrarme en una guerra de la que no estoy segura de que vaya a salir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario